Gabriel Suárez
/ Las Palmas de Gran Canaria
En sus datos personales se recoge que tiene 77 años de edad, un hijo y
seis hermanas, pero en ningún sitio figura que María Antonia Sánchez
Martín haya sido condenada a la indigencia. Sin embargo lleva catorce
años sometida a la crueldad de la pobreza más extrema, viendo en
condiciones infrahumanas, olvidada y con el corazón destrozado por la
falta de afectos.
Ella, que dice lo tuvo todo; que fue bella, amada y envidiada; camarera de piso, vendedora de cuadros y modelo, ya casi no tiene fuerzas para moverse y escapar de ese revoltijo de sábanas sucias, humedad y aromas pestilentes en que se ha convertido su morada.
María vive en el número 29 de la calle Luis de Góngora, de Vecindario. Su puerta está siempre entre abierta. Sólo la separa de la acera una cancela de hierro, pero nadie o casi nadie se acerca por ahí. «Lo peor de esta miseria es que espanta», afirma con los ojos extraviados, húmedos y profundamente tristes.