Raúl Castañeda: "Los usureros abusan de las personas a las que 300 euros les salvan el mes"
JULIO GUTIERREZ7LA PROVINCIA
Raúl Castañeda (Barcelona, 1980) iba camino de convertirse en el rey de los colchones de alta gama en España hasta que una financiera se cruzó en su camino. De tenerlo todo pasó a dormir en una caravana para motos junto a su mujer y su hija de seis años. Con un móvil prepago y ‘pillando’ la wifi de un McDonald’s encontró la información precisa para devolver su vida al rumbo del éxito. Hoy es el azote de los usureros.
¿Cuándo y cómo comenzaron sus problemas?
Yo era un empresario mediano que vendía colchones de gama alta. Fue un camino duro pero logré un crecimiento sólido. Cuando la facturación alcanzó un nivel interesante, Cofidis entró en contacto conmigo para financiar las compras de nuestros clientes. En menos de 24 horas, la operación estaba cerrada. A cambio retenían un 10% de la operación para contar con un fondo de garantía por si mi empresa desaparecía.
Condiciones que aceptó.
Le digo más, todo fue estupendo, facturaron millones de euros. Sin embargo, a los cinco años tenían que devolverme todo ese dinero que me habían retenido y ahí ya todo se torció.
Vamos, que no se lo devolvieron. ¿Por qué?
Dijeron que muchos clientes habían impagado cuotas, algo que era por completo ajeno a mi labor. Yo vendía los equipos de descanso y no era el causante de la morosidad. Me dijeron que si no cedía todo ese dinero, los perdería como financiera y tendría que cerrar.
¿Ellos ingresaban el coste de las ventas a los clientes?
No, me lo ingresaban a mí y retenían el 10% del que le hablo. Luego los clientes pagaban las cuotas a Cofidis, pero eso ya no era asunto mío.
¿Qué pasó al quebrarse esa relación que mantenían?
Antes de eso, me intentaron colar un documento, entre unos anexos que periódicamente firmaba, en el que ponía que yo renunciaba a la suma de manera voluntaria; me di cuenta y les dije que eran unos piratas. Insistieron en que, o firmaba, o dejaban de financiar a los clientes. Les advertí que si cerraban el grifo, me iría a la ruina, no podía vender la misma cantidad si solo me quedaba con los clientes que pagan al contado. Les dio igual, de la noche a la mañana dejaron de prestar a los clientes para presionarme.
Y apareció la ruina.
Cometí un fallo. Continué con el negocio en el mismo tamaño pensando que ellos recularían y no lo hicieron. Tuve que despedir a los 131 empleados, perdí cinco oficinas y mi casa.
¿Dónde vivió entonces?
En un almacén que me quedé para guardar el género que no había vendido y el mobiliario de las oficinas cerradas. Allí tenía un remolque para motos en el que estuvimos viviendo durante seis meses mi mujer, mi hija de seis años y yo. Era muy lamentable, sabiendo que tenían mucho dinero que era mío.
Y llegó la primera demanda.
Aún no. Me puse a estudiar. Usaba un móvil de prepago y la wifi la cogía de un McDonald’s para buscar información sobre el tema. Encontré una norma de 1908, la ley Azcárate, aún vigente y que dice que si los intereses de los créditos son notablemente superiores a los tipos que marca el regulador pueden considerarse usurarios y, por tanto, debe devolverse el dinero a los clientes. Me motivó muchísimo, intensifiqué el estudio y fui captando clientes, en muy poco tiempo ya tenía 3.000.
¿Cómo lo logró?
Puerta a puerta, preguntando si tenían créditos de este tipo. Al escaso porcentaje de quienes contestaban de manera afirmativa había que añadirle la falta de confianza en un desconocido que toca a tu puerta. A mi favor jugaba que estaba acostumbrado a visitar muchas casas cada día de cuando vendía los colchones. Además, tenía la lista de clientes que sabía que los habían comprado con financiación de Cofidis.
¿Usted tiene formación en Ciencias Jurídicas?
No tengo ni el Graduado Escolar. Conté a un abogado la idea, que pasaba por que él no cobraría hasta que llegaran las primeras sentencias favorables. Tenía tan claro que íbamos a ganar todos los casos que logré convencerle. Fundé una empresa, presentamos la primera demanda en 2017 y ganamos los 3.000 casos, el primero en 2018. Entonces decidí reactivar mi antiguo negocio.
¿Qué le detuvo?
Los clientes empezaron a hacerme llegar otros casos, suyos o de familiares y conocidos. Sin darme cuenta, el boca a boca y ser el primero en España en hacer este tipo de reclamaciones puso en mis manos muchos más casos de otras entidades financieras y bancarias. Presentar de golpe las 3.000 primeras demandas generó un terremoto. Comencé a grabar videos y a moverlos por las redes sociales, hoy tengo 28.000 clientes, con 22.000 casos pendientes de resolver y 6.000 ya ganados.
Si se trata de personas con dificultades económicas, ¿cuál es el modelo de negocio?
El beneficio nos lo da el manejar un volumen de casos elevado. Nosotros cobramos si se gana el caso y si se pierde, nos hacemos cargo de las costas judiciales. Si la demanda prospera, cobramos un 15% de la cantidad recuperada y la exonerada, y las costas si las hay.
Con tantas demandas en sus manos, ¿qué grado de limpieza estima que hay en el mundo de los créditos?
Le doy un dato. Fui el primero en presentar una demanda por un crédito para comprar un coche. Se pensaba que todos estaban perfectos, pues resulta que no; llevé a cinco clientes al notario para comprometerme a pagar todo y hemos ganado todos. Tres recurrieron y nos dieron la razón en segunda instancia, y uno de ellos, con Cetelem, ha llegado al Tribunal Supremo, lo que sentará jurisprudencia. Wizink ya llegó hasta ahí con un crédito y perdió.
¿Tiene buena relación con el mundo de la abogacía?
Ahora sí. Al principio decían que yo no sabía nada e iba a perder todos los casos. De hecho, antes de convencer al primer letrado de que se sumara al proyecto, pregunté a otros cuatro y, más o menos, todos me recordaron que yo era un vendedor de colchones y que no sabía dónde me metía.
¿Les ha vuelto a ver?
Dos trabajan ahora conmigo.
¿Cuántos de los 28.000 casos que manejan corresponden a afectados canarios?
Más de 3.000. Tenemos la oficina central en Barcelona, otra en Gavá y acabamos de abrir la tercera en Las Palmas de Gran Canaria. Eso le puede dar una idea de la incidencia de casos que hay aquí.
¿Proliferan más en las regiones empobrecidas los, no sé si puedo decirlo así, usureros?
Puede decirlo. Ya tengo yo miles de sentencias que les condenan por la práctica de la usura y quien practica la usura es un usurero; es muy correcto emplear el término. Lo incorrecto es decir que se trata de empresas serias. Las demandas que ya se han ganado van contra 183 de estos usureros, entre bancos y financieras. Ni uno solo se ha logrado librar.
¿Por qué se decidió a presentar la primera demanda?
Comencé a estudiar el asunto con sed de venganza por el daño que me habían hecho. Encontré esa ley y pensé que tenía que compartir la información con toda la gente que está atrapada, sufriendo y pasándolo mal.
¿Con qué intereses se ha encontrado?
El tipo más bajo que hemos ganado ha sido un préstamo al 10% TAE (tasa anual equivalente) y el más elevado, del 500.000% TAE.
¿Le he entendido bien? ¿500.000%?
Sí, además en Canarias se aplica mucho. Aquí hay muchas empresas de microcréditos pequeñitos que te dan 200, 300 o 400 euros a devolver en pocos días, 20 o 28, por ejemplo. Vale insertar un spot televisivo por la mañana, como hacen Vivus, Creditea o Cash Converters, donde vas a vender lo que no utilizas y te encuentras publicidad de este tipo de préstamos... Si incumples, tienes que pagar un recargo y pueden aplicarte al capital una TAE muy elevada, puede ser del 6.000%, del 18.000% o hasta, como le decía, del 500.000%. Es matemáticamente sencillo, te concentran el efecto de una tasa referida a todo un año a un periodo de pocos días.
Vamos, que al final tienes que devolver el doble de lo que te han prestado.
Ya quisiéramos que fuera así, es mucho más del doble. Hasta cinco veces la cantidad solicitada. Tenemos un cliente que pidió 300 euros y ya le están reclamando más de 3.000
¿Y por qué dice que esto sucede mucho en el Archipiélago?
Aquí y en otras regiones en las que el paro golpea mucho. Sucede porque te engañan. Te prestan 50 euros, y hasta 80, sin coste de financiación. Cuando lo devuelves, a los 29 días, te llaman, te dicen que eres un buen cliente y por eso tienes acceso a cantidades mayores, de entre 100 y 300 euros. Cuando dices vale, no te das cuenta de que te están aplicando unos intereses de los que nadie te ha hablado. Por desgracia, aquí hay muchas personas a las que 300 euros les permiten salvar el mes y los usureros abusan de eso. La supuesta salvación es el principio de tus pesadillas.
Se instauró no hace tantos años la ley de segunda oportunidad. ¿No basta?
Es que yo animo a todos los ciudadanos que están con el agua al cuello a consultar con un abogado. Cuando sumas muchos créditos y deudas, y sabes que jamás vas a poder pagar lo que debes, esta ley propicia que tus deudas desaparezcan de por vida y jamás nadie te las pueda reclamar; empiezas una nueva vida de cero. Hay que atajar estas situaciones porque están en el origen de muchos suicidios.