EDUCANDO LA MIRADA
Antonio Morales Méndez (*)/ Opinión
Se cumplen en estos días diez años desde que en Agüimes se aprobara una ordenanza para la protección del menor que trataba de buscar fórmulas de encuentro entre la familia, la escuela y el ayuntamiento para, entre todos, profundizar en la formación, la educación, la prevención y la participación de la comunidad en el crecimiento integral de los niños y jóvenes.
Pretendíamos debatir los aspectos esenciales que inciden en la evolución del individuo y en la asunción de su papel de ciudadano y creamos los mecanismos necesarios para repensar, juntos, la educación, la convivencia, el modelo de sociedad…
Con una enorme polémica, por el uso sensacionalista de muchos medios de comunicación ante aquello de que los chicos y chicas debían estar en casa antes de las once de la noche en día laborales, nació, debatida barrio a barrio, y clase a clase, y al amparo de la Ley General de Educación, la Ley de Drogodependencias de Canarias y la Ley de Atención integral de Protección del Menor de Canarias, una Ordenanza de Protección al Menor que no era más que un marco de trabajo por el que guiarnos en el futuro para poner en práctica un modelo diferenciado de cogestión ciudadanista.
Creímos en aquel momento, hoy se hace más necesario, que era imprescindible impulsar un proceso socioeducativo comunitario, con programas y acciones sociales de apoyo para la familia, encaminado al aprendizaje de hábitos y estilos de vida social sanos, la participación e integración comunitaria de los menores y la prevención desde la formación, la información, el diálogo y el debate. Se trataba, no solamente de apoyar para reforzar las responsabilidades parentales, sino para reconducir actitudes y conductas desde el deber, como parte consustancial de los derechos, y no solo desde la prohibición. La autoridad de la escuela, de la familia, de las instituciones se potencia con la credibilidad y se consolida con el trabajo, el diálogo, el consenso y la participación de la comunidad. Se desarrollan así los equipos de intervención familiar, la unidad de atención a las drogodependencias, los hogares para menores y jóvenes, el piso de emancipación, el Centro de Igualdad, la Escuela de Padres, la Universidad Popular, los mediadores juveniles…
El proceso nos ha dado muchas satisfacciones, muchos premios y muy buenos resultados en el ámbito de la prevención, el fracaso y el absentismo escolar, la lucha contra las drogodependencias.., gracias al esfuerzo de las familias, los colegios, los extraordinarios profesionales con los que contamos y las responsables políticas que han estado al frente de esta propuesta. Pero no podemos bajar la guardia, y no me refiero solo a Agüimes. No podemos olvidar que madres, padres, profesorado y otros agentes sociales se enfrentan diariamente con un contexto social cada vez más complejo a la hora de ejercer sus responsabilidades