viernes, 1 de noviembre de 2013

PALABRAS AL VIENTO

Antonio Morales Méndez, Alcalde de Agüimes
La inauguración, el pasado lunes día 21 de octubre, de un aerogenerador experimental de energía eólica marina de 5 MW en el Puerto de Arinaga (Agüimes, Gran Canaria) ha supuesto, sin duda, un hito histórico para las renovables en el mundo. Una empresa española, a la vanguardia de la investigación y la fabricación de molinos eólicos en el planeta, decidió apostar por este rincón canario, frente a propuestas de EEUU y de Suecia, para instalar el más grande proyecto europeo de estas características. Gamesa nos sitúa en uno de los lugares más visibles de los cinco continentes y deja patente, para los más obtusos, las potencialidades (de las mejores del mundo) de nuestros vientos y nuestro territorio para generar energías limpias. Y abre, además, la espita a la investigación y al desarrollo de una nueva propuesta de 8 MW a pesar de la crisis económica y las inseguridades que la reforma energética ha trasladado al sector.


Esta debió ser la noticia, sin más. Y es con esto con lo que nos debemos quedar principalmente. Pero el bautizo del molino de Arinaga tuvo su aquel. Y desvela actitudes que dejan bastante que desear.


Para el desarrollo del acto de puesta en marcha de la máquina, los responsables de Gamesa decidieron dejar fuera de los actos protocolarios principales a los presidentes del Cabildo de Gran Canaria y de la Autoridad Portuaria de Las Palmas y al alcalde de Agüimes -las instituciones que más se implicaron en el proyecto-, porque les interesaba más internacionalizar el acto con la presencia del ministro de Industria y la del presidente del Gobierno de Canarias. Y para qué fue aquello. Se armó la de San Quintín. Durante varias semanas los responsables de protocolo del ministerio y del presidente canario  se afanaron en dejar claro a la empresa que el acto debía estar presidido por los cargos políticos a los que representaban. Por supuesto, cada uno pujaba por el suyo. En la empresa no salían de su asombro: les estaba costando más todo ese lío que el montaje del aerogenerador; hasta última hora no cesaron los tiras y aflojas, pero al final se decidió que correspondía a Paulino Rivero presidir el acto.


Pero los responsables de Gamesa tendrían que ver más cosas. El mismo día del evento, pudieron comprobar -pudimos, muchos de los que estábamos allí- como al presidente canario solo se aprestaron a recibirle Luís Ibarra, el alcalde agüimense y el máximo responsable de Gamesa pues el ministro, la delegada del Gobierno y el presidente del Cabildo habían hecho mutis por el foro, mientras los jefes de protocolo ejecutaban la danza del viento corriendo de un lado para otro. Como dice Raúl del Pozo, “aquí los políticos baten los récords de impopularidad en un campo de destrucción, donde unas especies devoran a otras”.
Dentro de la carpa instalada para la ocasión la cosa fue más dura. Resultó curioso ver como  protagonizaban el acto el ministro que le ha dado el mayor hachazo a las renovables en la historia de España, mientras su Gobierno deja sin financiación a la investigación española, y el presidente de una Comunidad Autónoma que era puntera en energía eólica y que hoy se encuentra en el vagón de cola.(...)