Antonio Morales Méndez, Alcalde de Agüimes
La
inauguración, el pasado lunes día 21 de octubre, de un aerogenerador
experimental de energía eólica marina de 5 MW en el Puerto de Arinaga
(Agüimes, Gran Canaria) ha supuesto, sin duda, un hito histórico para
las renovables en el mundo. Una empresa española, a la vanguardia de la
investigación y la fabricación de molinos eólicos en el planeta, decidió
apostar por este rincón canario, frente a propuestas de EEUU y de
Suecia, para instalar el más grande proyecto europeo de estas
características. Gamesa nos sitúa en uno de los lugares más visibles de
los cinco continentes y deja patente, para los más obtusos, las
potencialidades (de las mejores del mundo) de nuestros vientos y nuestro
territorio para generar energías limpias. Y abre, además, la espita a
la investigación y al desarrollo de una nueva propuesta de 8 MW a pesar
de la crisis económica y las inseguridades que la reforma energética ha
trasladado al sector.
Esta
debió ser la noticia, sin más. Y es con esto con lo que nos debemos
quedar principalmente. Pero el bautizo del molino de Arinaga tuvo su
aquel. Y desvela actitudes que dejan bastante que desear.
Para el
desarrollo del acto de puesta en marcha de la máquina, los responsables
de Gamesa decidieron dejar fuera de los actos protocolarios principales
a los presidentes del Cabildo de Gran Canaria y de la Autoridad
Portuaria de Las Palmas y al alcalde de Agüimes -las instituciones que
más se implicaron en el proyecto-, porque les interesaba más
internacionalizar el acto con la presencia del ministro de Industria y
la del presidente del Gobierno de Canarias. Y para qué fue aquello. Se
armó la de San Quintín. Durante varias semanas los responsables de
protocolo del ministerio y del presidente canario se afanaron en dejar
claro a la empresa que el acto debía estar presidido por los cargos
políticos a los que representaban. Por supuesto, cada uno pujaba por el
suyo. En la empresa no salían de su asombro: les estaba costando más
todo ese lío que el montaje del aerogenerador; hasta última hora no
cesaron los tiras y aflojas, pero al final se decidió que correspondía a
Paulino Rivero presidir el acto.
Pero
los responsables de Gamesa tendrían que ver más cosas. El mismo día del
evento, pudieron comprobar -pudimos, muchos de los que estábamos allí-
como al presidente canario solo se aprestaron a recibirle Luís Ibarra,
el alcalde agüimense y el máximo responsable de Gamesa pues el ministro,
la delegada del Gobierno y el presidente del Cabildo habían hecho mutis
por el foro, mientras los jefes de protocolo ejecutaban la danza del
viento corriendo de un lado para otro. Como dice Raúl del Pozo, “aquí
los políticos baten los récords de impopularidad en un campo de
destrucción, donde unas especies devoran a otras”.
Dentro
de la carpa instalada para la ocasión la cosa fue más dura. Resultó
curioso ver como protagonizaban el acto el ministro que le ha dado el
mayor hachazo a las renovables en la historia de España, mientras su
Gobierno deja sin financiación a la investigación española, y el
presidente de una Comunidad Autónoma que era puntera en energía eólica y
que hoy se encuentra en el vagón de cola.(...)