Según la Real Academia de la Lengua, el significado de parterre es «jardín o parte de él con césped, flores y anchos paseos». Vaya utopía. Ayer, martes de Carnaval, fue un día oportuno para dar un paseo con la familia por la capital grancanaria y el asombro fue generalizado al comprobar cómo los parterres de la ciudad se han convertido en un estercolero y en cagadero para animales. La falta de civismo ciudadano en muchos dueños de mascotas merece una reflexión profunda, porque la imagen que se está dando es lamentable, y esto se debe atajar.
Aprovechamos ese paseo mañanero para comprobar la mejora que el consistorio capitalino había realizado en las canchas públicas deportivas de Luis Doreste Silva, pero la verdad es que la inversión realizada ni la apreciamos, porque el entorno da asco. Y este es un simple ejemplo, porque podemos nombrar un sinfín de lugares de Las Palmas de Gran Canaria con el mismo problema, o añadir zonas verdes que son utilizadas para que los animales hagan sus necesidades, sin tener en cuenta que ahí los niños suelen jugar y divertirse.
La recogida de los excrementos de los animales de compañía en la calle es una asignatura pendiente para la mayoría de los españoles. El estudio Gestión de Residuos y Limpieza Viaria, realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hace unos años, reveló que las urbes españolas suspenden cuando se trata de mantener la ciudad limpia. Y entre los puntos débiles de los ciudadanos está la recogida de los excrementos de sus mascotas. Se han incrementado las zonas específicas para animales en los parques, pero la cultura de lo que supone dejar los parterres o lugares públicos como si fuesen estercoleros no ha calado como debería. Existen normativas municipales y ordenanzas para combatir este incivismo, pero hay que actuar con dureza.
El perro no puede recoger sus excrementos, así que es responsabilidad del dueño comportarse de forma cívica y llevar una bolsa para no dejar las heces de la mascota en la calle. Las heces abandonadas en la vía pública pueden ser un foco insalubre de enfermedades e infecciones, y en nada contribuye a la imagen de ciudadanía y convivencia. Los parterres se han convertido en campos de minas, en los que los niños si se les cae la pelota intentan evitar más de una sorpresa en sus zapatos.
Con pequeños detalles se van haciendo grandes cosas en la vida, y es una cuestión de todos intentar que la suciedad no se convierta en algo cotidiano.