IBÓN S. ROSALES
Son las 22.00 horas del jueves y el servicio de Recogida de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) de la capital, más conocido como el «camión de la basura», sale a vaciar los contenedores del barrio de Schamann. «Antiguamente íbamos muy rápido, ahora hay que ir sin correr para evitar golpes y accidentes graves», explica Félix Ruiz, operario con 30 años de experiencia. Sabe de lo que habla, no han sido pocos los percances. Colgarse del camión de la basura es algo que todo niño, y algún que otro adulto, siempre ha querido hacer, pero entraña sus riesgos.
Son las 22.00 horas del jueves y el servicio de Recogida de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) de la capital, más conocido como el «camión de la basura», sale a vaciar los contenedores del barrio de Schamann. «Antiguamente íbamos muy rápido, ahora hay que ir sin correr para evitar golpes y accidentes graves», explica Félix Ruiz, operario con 30 años de experiencia. Sabe de lo que habla, no han sido pocos los percances. Colgarse del camión de la basura es algo que todo niño, y algún que otro adulto, siempre ha querido hacer, pero entraña sus riesgos.
Cada camión del RSU vacía una media de 250 contenedores cada noche, son siete los vehículos municipales. Suelen hacer dos descargas de seis toneladas de basura en el Complejo Medioambiental del Salto del Negro. «Cuando comencé era duro, recogíamos el Risco de San Nicolás bajando con baldes de 80 kilos al hombro. El personal de ese tiempo acabó bastante mal», cuenta el capataz, Faustino Cordero. En la noche, y concretamente en esta labor, los trabajadores se han encontrado de todo. «Hace unos años, en la zona de El Polvorín, podía pasarte cualquier cosa, desde que te sacaran un cuchillo hasta que pasaran de ti», relatan el capataz y el encargado del servicio, Miguel Lage. A nadie le agrada el ruido del camión de la basura, «pero es la única solución», cuentan, «los vecinos no quieren ni que se les haga ruido ni tener el contenedor en la puerta de su casa, pero tampoco lo quieren muy lejos», sostienen los trabajadores. El RSU se ha encontrado en los contenedores cosas curiosas como un ataúd, se han manchado de placentas de los hospitales y se han topado con hombres vivos y hasta con fetos, «cuando pasa algo así, te duele mucho», dice Agustín Mayor. A los ciudadanos les piden un poco de civismo y respeto por su trabajo. «La verdad que es bonito, la gente piensa que no porque trabajas con basura pero si conoces la dinámica te gusta. Uno intenta que todo se quede en óptimas condiciones para el ciudadano, no dejamos ni una bolsa», aseguran.
+info:https://www.canarias7.es/multimedia/fotos/la-cara-de-un-servicio-fundamental-FE1666896