CARLOS DOMÍNGUEZ URDIALES
Se les llena la boca de palabras como desarrollo, tecnología, progreso y bienestar. Nuestros servidores públicos pueden prometer y prometen, se complacen en anunciarnos, desean presentar, garantizan que, se reúnen para, proponen novedades encaminadas a, fomentan mesas de análisis, sonríen ufanos, se hacen la foto, llenan titulares y, cuando las hojas del periódico empiezan a amarillear por el efecto del tiempo, cogen sus promesas y las ponen a bailar sobre las mesas de los despachos. Luego las encierran en un cajón, las pobres, para que descansen de tanto meneo.He asistido al nacimiento de empresas públicas creadas específicamente para el fomento del desarrollo tecnológico de las islas. Las he visto languidecer pálidamente por falta de proyectos, mientras los mismos que las dejaron morir anunciaban a bombo y platillo la creación de un nuevo plan idéntico al anterior que prácticamente proponía las mismas medidas que no habían querido o podido desarrollar en su día por falta de previsión, interés, coordinación o, quién sabe, quizá las tres cosas a la vez.Ahora que el Patronato de Turismo de Gran Canaria ha apostado por promocionar la isla como uno de los puntos de referencia en tecnología con la celebración de un congreso mundial de software libre, uno se pregunta en qué medida las administraciones públicas han puesto en marcha alguna de las iniciativas encaminadas a fomentar lo que en términos ilusorios conocemos como investigación y desarrollo.
La Junta de Extremadura se ha puesto a la cabeza del país al aplicar software libre en los ordenadores de la Comunidad. Con ello, ahorra a las arcas públicas unos 100 millones de euros al año. Andalucía no se quedó atrás y siguió su ejemplo con un ahorro de 150 millones anuales. Melilla también se sumó a la iniciativa. Pero claro, Extremadura, Andalucía y Melilla son parte de Europa y ya sabemos que Canarias es un territorio atlántico o plataforma tricontinental de difícil definición.
Así es la querida tierra nuestra: capaz de que el Cabildo organice para este verano el mayor encuentro de software libre del mundo y, a la vez, de que el Gobierno de Canarias desembolse este año más de tres millones de euros, que se dice pronto, sólo en licencias de ofimática que no tendría que pagar simplemente si instalara el dichoso software libre en los ordenadores de la Administración.