RAFAEL LUTZARDO
Canarias no es América, pero poco le falta, especialmente en lo que se refiere a la Seguridad Ciudadana, donde cada día los periódicos del Archipiélago canario, en sus respectivas secciones o áreas de sucesos, publican cantidades de informaciones relacionadas con la delincuencia. Robos, asesinatos, atracos, falsificaciones, violaciones, pedofilias, drogas, peleas, racismos, xenofobias, maltratos y abusos de poderes, son las protagonistas de una sociedad isleña que presume ser evolucionista, pluralista, democrática y segura. Muchos políticos, especialmente los que han configurado los anteriores gobiernos de Canarias y actual, presumen en seguir transmitiendo que Canarias es un Archipiélago seguro y tranquilo.
Nada más lejos de la realidad. Como suelen decir los viejos de la generación de final de siglo XX y comienzo del XXI; con la democracia o libertinaje, las puertas de las casas hay que dejarlas cerradas con doble cerrojo. Mientras tanto, los políticos de turno, a través del consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias, insisten en seguir ocultando a la población canaria la verdadera realidad social sobre la inseguridad ciudadana que actualmente existes en Canarias. Cada día, cada hora, Tenerife, por citar una isla, se ve masacrada, ultrajada y violada por la presencia de delincuentes peligrosos, atracando joyerías, farmacias, cafeterías, restaurantes, casas particulares y robos de vehículos. Sin duda, la mayoría de los españoles y canarios queríamos una democracia, unos derechos, una sociedad pluralista abierta al respeto y a la evolución de las sociedades y vida de las personas. Las sociedades han ido creciendo en hábitat de habitantes; evolucionando, pero adelantándose al tiempo y con ello adulterar nuestras propias vidas a través de las drogas y alimentos, engendrando más enfermedades cancerosas.