R. ACOSTA
Los inmigrantes se han convertido en los sufridores silenciosos de la crisis. Si la tasa de paro en Canarias se sitúa en cifras cercanas al 30%, este porcentaje se incrementa entre la población extranjera hasta alcanzar el 40%. El último dato conocido refleja que el número de foráneos sin trabajo en las Islas ya son un total de 26.758 personas, 14.927 en la provincia de Las Palmas y 11.831 en Tenerife. Los inmigrantes se han visto directamente perjudicados por los sectores económicos que han destruido más empleos en los tres últimos años, es decir, construcción y turismo. Su aportación a la riqueza de las Islas ha caído 2,5 puntos.
En los años de bonanza económica los inmigrantes legales generaban el 5,5% de la riqueza económica del Archipiélago. La hostelería y la construcción daban trabajo a 48 de cada cien extranjeros. Casi todos los inmigrantes ocupados en Canarias trabajan como asalariados por cuenta ajena en el ámbito del sector privado.
En tres años los términos se han invertido y la aportación de los inmigrantes a la economía de las Islas se ha reducido en casi dos puntos porcentuales y ahora se encuentra en un 3% del Valor Añadido Bruto (VAB). La fuerte recesión ha expulsado a miles de extranjeros al paro e, incluso, a la ilegalidad ya que un extranjero que llegue a los dos años de paro corre el riesgo de perder los papeles que le otorgan la residencia legal en España lo que significa que, o entra en la clandestinidad, o es expulsado del país.
A nivel nacional, la tasa de paro entre los foráneos es 12 puntos porcentuales superior a la tasa de la población nacional, que es de un 20%. La concentración de la economía canaria en el sector servicios y en la construcción ha castigado más a los extranjeros que viven en Canarias, ya que en agricultura e industria el índice de empleo es muy bajo.