JuanVelarde
El presidente del Gobierno de Canarias, el nacionalista Paulino Rivero, cree que los ciudadanos son bobos o que aún no se han caído (sin segundas) del guindo. Las cifras del paro, estadística oficial, han revelado que las Islas cerraron 2011 con 265.000 desempleados, es decir casi 11.000 más que los que hubo a 31 de diciembre de 2010. El caso es que el mandatario regional ha declarado que los datos no son desalentadores. Uno compara los guarismos y, como poco, uno piensa que está siendo víctima de alguna broma macabra, que no puede ser que este político trate a la población como si ésta no tuviese criterio propio.
Canarias, desgraciadamente, es una de las autonomías donde el porcentaje del paro está por encima de la media de España en casi diez puntos y no digamos si nos centramos ya en la horquilla del sector de población más joven. El jefe del Ejecutivo canario nos había prometido por activa y por pasiva un plan sensacional por el cual se crearían 80.000 empleos en la recta final de la pasada legislatura, un anuncio que siempre fue engañoso, pero que también fue sufriendo reducciones en el número hasta calcular unos 40.000. Pues, ¿saben cuál ha sido el resultado? Cero empleos creados y más de 10.000 destruidos. Sin embargo, aquí no dimite ni el tato.
Rivero ha conseguido defraudar a todos, inclusive a los suyos. Es incapaz de articular medidas reales para afrontar la plaga del desempleo en el Archipiélago. Su verdadera preocupación es estar pegado con "superglue" al sillón presidencial. Eso es lo que verdaderamente le mueve, le motiva y por lo que lucha a diario.