martes, 8 de abril de 2008

LOS FUNDAMENTOS DEL PÁJARO APUPÚ

JUAN JOSÉ JIMÉNEZ. A estas alturas de la película ya se sabe de qué va la cosa política canaria. No hace falta que venga un juez para explicarlo, si acaso para ratificar si una pesquisa se ajusta a derecho o ha sido fruto de una novelería y para que sentencie en consecuencia, pero no para evaluar la moralidad de estos guiones, un factor que queda a juicio de la lucidez de cada espectador.Y de hecho, tras muchos meses de ver cómo se maneja esta barca que a la deriva nos lleva, pues puede ir uno haciéndose la idea de que la gestión de la cosa pública en este archipiélago no está precisamente en manos de la candidez y de los nobles principios basados en la virtud y la equidad.Llamaditas por aquí y llamaditas por allá; permutas masivas de terrenos de escaso interés general; despeje de maleza para acelerar trámites particulares; componendas para convertir megavatios en tragaperras; trapicheo organizado para trincar votos, investigaciones municipales a la mismísima policía y en fin, todo lo que ustedes quisieron saber pero nunca se atrevieron a preguntar. Y lo que queda por venir... que no es flojo.Pero aquí no dimite ni el pájaro apupú por dos motivos fundamentales. El motivo fundamental uno es la normalización. Es tanto el caudal de información sobre la trapisonda que se está produciendo una hiperinflación del compadreo, de tal forma que si se acusa a Cojoncio de prevaricar, el otro resulta que ha prevaricado más y entonces, ah, estamos empatados.Y el motivo fundamental dos se encuentra en el argumentario de José Manuel Soria, el ponente del PP nacional y jefe del partido que por ahora está primero en esta liga. Dice Soria con alucinante desfachatez que hasta que lo dicten los jueces aquí no hay nada que objetar.Pues sí que lo hay. Esto en una empresa con tino es suficiente para apartar a sus gerentes. Se les pone en la gaveta de reserva por el fatal daño a la imagen corporativa; para salvaguardar la tesorería; por la impepinabilidad de ser competentes; y por la estricta limpieza necesaria para atraer más riqueza e inversores, que son cuatro razones para mandarlos a paseo hasta que el juez diga lo contrario. No al revés, y menos aún cuando lo que está en manos de estos directivos es el patrimonio y la proyección de todos nosotros.