lunes, 12 de noviembre de 2012

"Me están desangrando viva"

HARIDIAN MEDEROS
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
Ha roto su silencio. Hasta ahora ha permanecido callada por vergüenza y miedo, como otras personas que están en su misma situación, al borde del desahucio, drama que ha dejado sin techo a casi 8.500 canarios en los últimos cuatro años. María Isabel Hidalgo se siente como un león enjaulado en su propia casa, ubicada en la Urbanización La Estrella en Telde. Con lágrimas en los ojos narra cómo se ha visto inmersa en una situación jamás imaginada, abocada a vender sus recuerdos por un euro en un rastrillo para poder subsistir. Con 45 años de edad, adquirió su vivienda en 2004 con una hipoteca de unos 90.000 euros. Se veía trabajando hasta los 73 años como cocinera para pagar las cuotas de su hogar, pero ahora, con 54 años y en desempleo, ha visto derrumbarse su castillo de naipes.
El pasado julio adoptó la decisión de dejar de abonar la hipoteca. "No podía más". O afrontaba tal osadía o dejaba de comer y sufragaba recibos, como el agua, la luz, la contribución o la comunidad de vecinos, entre otros gastos. Desde entonces recibe cartas del banco con las que podría empapelar las paredes de su pequeño piso y una pesadilla recurrente la atormenta cada noche: Alguien la persigue.
La repetición de ese sueño representa su "agonía" y "temor" a que llegue la notificación del desalojo por impago de manos de una comisión judicial. Su vida giró 360 grados hace dos años, cuando sufrió un ictus debido al estrés como jefa de cocina en un restaurante. Durante su convalecencia aprovechó para, aquejada de una dolencia constante en su mano derecha, seguir la recomendación del médico y operarse. Tras un año y medio de rehabilitación le informaron de que no se podía hacer nada más por su extremidad y un Tribunal Médico declaró su incapacidad permanente para ejercer como chef. Era su primera baja en 20 años de trayectoria laboral, de los que quince pasó entre fogones e incluso llegó a ganar dos premios gastronómicos. La empresa en la que trabajaba le despidió, según cuenta Hidalgo, que se quedó cobrando una pensión de 509 euros, mientras que su hipoteca asciende actualmente a 675 euros mensuales, aunque llegó a elevarse a los mil euros hace un tiempo, cuando ella trabajaba. De ahí que sólo pueda costear sus compromisos tributarios y de alimentación.
Hace años perdió a su familia. Sólo tiene el apoyo de sus tres hijos, de 14, 28 y 30 años. El menor habita con ella y los dos mayores la ayudaban hasta ahora, pero el de mediana edad se ha visto afectado por la fiebre del desempleo y la primogénita tiene que cumplir sus propias obligaciones económicas.
"Estamos todos en el bombo de la lotería y me tocó a mí, pero le puede tocar a cualquiera. También te puede tocar a ti", expone Isabel, consciente de que la ciudadanía en general está "acostumbrada a ver imágenes de gente muy pobre" y no casos como el de ella, una persona "normal, con su casita, su decoración y sus recuerdos".