Hace apenas cinco años habría sido una anécdota. Indignante, pero solo una anécdota. Hoy, en una comunidad autónoma como Canarias, que sufre un 33% de paro, una tasa de pobreza del 34% y la cesta de la compra más cara, el hallazgo de comida en contenedores de basura resulta insultante. Y más aún si los alimentos provienen de las ayudas de la Unión Europea (UE) y ni siquiera están caducados, como la mayoría de los que descubrió esta semana la Plataforma por la Dignidad de las Personas sin Hogar, cuyo portavoz, Eloy Cuadra, califica el hecho de, sencillamente, «imperdonable».
Cajas con quesos, harina, sopas y zumos, con los distintivos de la UE y del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) y que debían distribuirse como parte del «Plan de ayuda a las personas más necesitadas», fueron descubiertas por miembros de la plataforma entre la basura en un barrio de la capital tinerfeña. El FEGA compra la comida del plan con fondos europeos y la envía después a entidades como los bancos de alimentos o la Cruz Roja, que se encargan de distribuirla entre las asociaciones que finalmente la entregan a las personas. En el caso de Canarias, y en concreto de Santa Cruz de Tenerife, Cuadra considera que existe un evidente «descontrol».
El portavoz de esta plataforma explica que recibieron un aviso de que, en el barrio de García Escámez, una asociación había tirado a la basura comida de la beneficencia. Allí encontraron recipientes con quesos aptos para el consumo hasta el próximo año, harina caducada hacía un mes, sopas y tetrabriks de zumos, alimentos todos con los sellos de la UE y del FEGA. «No se está cumpliendo el reglamento municipal ni tampoco la normativa del Estado», lamenta Cuadra, que explica que la Policía Local, a instancias de su colectivo, acudió al barrio y redactó el correspondiente atestado.
Sobre las razones que explican este hecho, sucede que hay asociaciones distribuidoras que no cuentan con neveras, como tampoco con almacenes en condiciones, de ahí que la comida acabe en los contenedores.
La Administración ausente
«No se trata de echar la culpa a las asociaciones de vecinos y demás, que no tienen neveras ni la formación necesaria para hacer los repartos en condiciones, sino de exigir que sea la Administración la que tome cartas en el asunto», afirma. No en vano Cuadra recuerda que en una situación tan dramática como la que atraviesan Canarias y otros territorios del país, la distribución de los alimentos de la beneficencia ya no puede quedar exclusivamente en manos de las ONG.
Sin embargo, desde el Banco de Alimentos de Tenerife, a quien la plataforma achaca parte de la responsabilidad de ese «descontrol», su presidente, Hernán Cerón, aclara que todas y cada una de las 127 instituciones con quienes trabajan cuentan con las dependencias necesarias para el almacenamiento de la comida. Por otra parte, puntualiza que si no tienen neveras es porque no se les suministran alimentos perecederos, que sí se dan, por ejemplo, a determinados comedores sociales. «Me cuesta creerlo», subraya Cerón, que, en todo caso, agrega, sería un suceso aislado. «Puede ser un caso puntual, pero no tenemos información alguna al respecto».
Cruz Roja señaló, en cambio, que se «están realizando las gestiones oportunas con el fin de averiguar fehacientemente si alguna entidad beneficiaria de los alimentos» que reparte Cruz Roja pudo incurrir en esta irregularidad. La organización aseguró que de encontrar alguna anomalía la comunicará al Ministerio que es «el competente para tomar las medidas oportunas», incluso la baja de esa institución en el plan de reparto.
La gestión de los alimentos en Tenerife no ha vivido solo este episodio en estos días. La plataforma por las personas sin hogar se ha dirigido al Ayuntamiento para que cumpla con sus obligaciones de servicio público en otros casos que denuncian, como los «cientos de kilos de arroz pagados por Europa con fecha de caducidad para el 2014 que circulaban clandestinamente por la ciudad con destino a los perros», las largas colas que se forman para pedir comida, o que se obligue a las familias «a humillarse asistiendo a concurridas charlas sobre autoestima como condición indispensable para recibir unas bolsas de comida pagada por Europa». Así lo han expresado en una carta entregada ante el Ayuntamiento.