jueves, 5 de junio de 2008

LA LECHE CONDENSADA CUATRO VACAS



JUAN JOSÉ JIMÉNEZ No sé si se acuerdan de la sin par leche condensada Cuatro Vacas. Había un anuncio en la época del blanco y negro durante la crisis del 73 que decía algo así como "¿Escasez de petróleo? ¿Atascos de tráfico?" Pues tome leche condensada Cuatro Vacas".El anuncio se completaba con una serie de imágenes caóticas de un mundo que iba más bien tirando a chungo, pero usted abría una lata de aquello y con el chute de sus 333 kilocalorías el panorama le parecía bien distinto. Le provocaba una euforia supongo que por la reacción química consecuente de meter azúcar y ácido fólico a presión entre neurona y neurona.Han pasado los años, y no he vuelto a ver en una tienda la lata con la foto de las cuatro vacas. No sé qué ha sido de ellas. Creo que les dio un colapso pulmonar por vivir entre el monóxido de carbono de aquel fonil de automóviles que ilustraba el afiche. Además, nunca entendí a cuenta de qué uno tenía que jincarse un buche de leche condensada cada vez que subía el precio del litro de gasolina. Hasta ayer. Abrí el periódico y los bancos subían las comisiones, restringían los créditos, el litro de combustible llegó al euro, los constructores ya no comen bloques sino millo chavetudo, el desempleo se dispara, y un compa de la redacción publicaba un reportaje titulado La crisis llega para quedarse, donde relata mi hombre textualmente que "la economía canaria está grogui" y que la inflación desbocada y los problemas de financiación acorralan contra las cuerdas a la familias.¿Y la leche condensada? Pues un par de páginas antes. Mientras la economía se risca, el Gobierno de Canarias se dedica a darle pienso a las Cuatro Vacas, creando un lío extemporáneo con la tele pública; fomentando la polémica con una policía vernácula que nadie le ha pedido; hablando de segundas casas; teniendo que explicarse en un acto institucional de que acatan la Constitución y que no están -de momento- por el independentismo y el soberanismo; y en definitiva a otra cosa mariposa, bebiendo leche condensada mientras "nuestra gente, nuestro pueblo y nuestra tierra" se las apaña para llegar a fin de mes, no perder el trabajo, y sobre todo para intentar que el banco no les quite las llaves de su única y primera residencia.