jueves, 26 de junio de 2008

La adicción a tranquilizantes, ´más grave´ que a la cocaína



VERÓNICA MARTÍN SANTA CRUZ DE TENERIFE
Es un gesto cotidiano. Discreto. Que, en principio, no hace daño a nadie y que, además, "me lo ha recetado el médico". Consiste en tomar una, o dos, o tres o cinco pastillas "de esas para los nervios" cada día. Se trata de un gesto que realiza el 15 por ciento de la población canaria y que está generando unos problemas de adicción "muchos más graves que los de la cocaína". Así lo expresó ayer el médico coordinador de la unidad de atención a las drogodependencias, Miguel Dorta, quien "invitó" a todas aquellas personas que necesiten iniciar un tratamiento de deshabituación a que se acerquen a cualquiera de sus centros donde se dispone, desde el año 2006, de un tratamiento específico. Dorta remarca que "el problema está en que algo que puede ser muy bueno para ayudar en un momento dado de una situación se convierte en un problema pues la ingesta se perpetúa en el tiempo". Como norma, "yo nunca mando más de 15 días este tipo de fármacos" y recuerda que hay gente que "ha cronificado este consumo" convirtiéndose en verdaderos adictos que "no logran resolver el problema por el que acudieron, por primera vez, al médico" y que a eso se le suma una serie de indeseados efectos secundarios como "insomnio, convulsiones, un incremento de la ansiedad o taquicardias". Además, se trata de una droga difícil de abandonar pues cursa un síndrome de abstinencia similar a la de la heroína. "Por ello, si alguien quiere dejar las pastillas, debe consultar con su médico o acudir a un centro específico". El problema está en que muchas de estas personas asocian los tranquilizantes con salud porque es algo que cuenta con prescripción médica.