DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife
Miriam Pérez Mendoza cumple hoy veinte días de huelga de hambre para reclamar su reincorporación a UGT. La activista se adentra en una fase que, según sus allegados, los médicos califican de “crítica”.
Pese a la resistencia de Miriam, la preocupación se refleja en el rostro de familiares y amigos. “La situación empieza a complicarse”, confesó ayer a este periódico Conchi, hermana y compañera de lucha, mientras la portavoz de Parados Unidos descansaba en una de las tiendas de campaña levantadas dentro y fuera de la Casa Sindical de Santa Cruz de Tenerife.
“El deterioro de su estado de salud va en paralelo a la indiferencia de los dirigentes de UGT”, se lamentó Conchi Pérez. “Mucho nos tememos que están esperando a que ocurra lo peor para dignarse a hablar”, apostilló. A pesar de las constantes muestras de apoyo, Miriam y su entorno no ocultan su “tristeza” ante la “insensibilidad” de algunos sindicalistas. “La cabeza invisible, no visible, es Gustavo Santana [secretario general de UGT en Canarias]”, comentan. “Pero tampoco otros dan la cara”. Los reproches son también para Comisiones Obreras, que “se esconde por solidaridad”. Se refieren a que la central mayoritaria se encuentra inmersa en su propia regulación de empleo.
“Entran y salen del edificio como si nada”, testimonian los habituales de la acampada. “Es una desvergüenza”, exclaman.
La protesta va más allá de la huelga de hambre. Las acciones se han intensificado en los últimos días con encierros y pitadas periódicas. Su demostración de fuerza “pacífica” se ha visto coronada con la toma del emblemático e histórico inmueble, que esta Semana Santa ha permanecido abierto “en contra de los deseos” de la cúpula ugetista. “Gustavo ha estado presionado al presidente de la comunidad y al conserje para que echaran el cerrojo”. Sin embargo, su intento ha sido en vano. La Policía Nacional se personó el miércoles, al mediodía y por la noche, sin consecuencias prácticas. “Aquí seguiremos hasta que ellos quieran”, advierten. “Las llaves de la solución están en sus manos”.
Miriam fue despedida en 2011 mediante un ERE, contra el que ha interpuesto una demanda ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.