Pilar Vera Palmés / Las Palmas de Gran Canaria
Acuso a todos los que permitieron que el vuelo JK5022 no llegara a su destino, que sembrara la muerte y la desolación en 172 familias que nunca podrán recuperar la paz, porque el sistema judicial español ha decidido que la manera más fácil de resolver un problema, es no reconocer que lo tiene. Aquí, la lacerante y trágica verdad -154 muertos y lesiones en 18 supervivientes- es solo para las familias que cada una de las horas de los días que han pasado desde hace 4 años lloran las ausencias de los que hemos perdido.
Acuso al sistema judicial español de dar la espalda a las víctimas. Los últimos tiempos han sido un cúmulo de despropósitos y decisiones que lejos de dar paz a las familias, han conseguido hacerles más daño: niños de Córdoba, marta, Sandra, Jeremi, Sara… Por no mencionar al etarra moribundo que morirá en su cama rodeado de su familia, el mismo que no tuvo piedad cuando apretó el gatillo o dejó a un honesto ciudadano enterrado en vida durante más de 500 días.
Acuso a la Fiscalía jerarquizada, más preocupada en defender al poderoso que a las víctimas. El fiscal asignado al caso del Juzgado Nº 11 no ha impulsado nada que haya beneficiado a las víctimas, se ha limitado a hablar con el juez, con el abogado del Estado y a ir en su misma dirección: uno de ellos sobra. Lo hemos sentido y ha actuado como un enemigo más que un defensor de los débiles. Oír las declaraciones del fiscal E.Esteban, que acabará su mandato en unos meses, produce repugnancia moral y humana. Somos ciudadanos cuya inteligencia ofende tratando nuevamente de manipular la realidad.
Los tres ponentes de la Audiencia han sentado un peligroso antecedente: no saber lo que pasó el 20 de agosto de 2008 y negarse a investigarlo, ensañarse con unos autos en los que hacen un «sobreseimiento libre», ni siquiera provisional. No han querido enterarse de la verdad porque, en su mentalidad de jueces alejados de la realidad, no han querido entrar a fondo en la especialización que supone juzgar una tragedia aérea y es más fácil consolidar la cultura de echarle la culpa al muerto, al más puro estilo de negar lo evidente: aquí ha habido una catástrofe aérea, no se ha aprendido nada ni por parte de la CIAIAC ni por parte de la injusticia que supone creer que esta tragedia se arregla con dinero. Maldigo a todos los que piensen que nos pueden reparar siquiera una milésima parte del daño que nos han causado: esto no es una cuestión de dinero sino de dignidad, la que no han tenido quienes se han permitido con su injusta decisión evitar que se aclarara por via judicial esta catástrofe aérea, más que por la memoria de los fallecidos, por el beneficio que sería para el conjunto de la sociedad que utiliza el avión como medio de transporte.
Acuso a la Fiscalía jerarquizada, más preocupada en defender al poderoso que a las víctimas. El fiscal asignado al caso del Juzgado Nº 11 no ha impulsado nada que haya beneficiado a las víctimas, se ha limitado a hablar con el juez, con el abogado del Estado y a ir en su misma dirección: uno de ellos sobra. Lo hemos sentido y ha actuado como un enemigo más que un defensor de los débiles. Oír las declaraciones del fiscal E.Esteban, que acabará su mandato en unos meses, produce repugnancia moral y humana. Somos ciudadanos cuya inteligencia ofende tratando nuevamente de manipular la realidad.
Los tres ponentes de la Audiencia han sentado un peligroso antecedente: no saber lo que pasó el 20 de agosto de 2008 y negarse a investigarlo, ensañarse con unos autos en los que hacen un «sobreseimiento libre», ni siquiera provisional. No han querido enterarse de la verdad porque, en su mentalidad de jueces alejados de la realidad, no han querido entrar a fondo en la especialización que supone juzgar una tragedia aérea y es más fácil consolidar la cultura de echarle la culpa al muerto, al más puro estilo de negar lo evidente: aquí ha habido una catástrofe aérea, no se ha aprendido nada ni por parte de la CIAIAC ni por parte de la injusticia que supone creer que esta tragedia se arregla con dinero. Maldigo a todos los que piensen que nos pueden reparar siquiera una milésima parte del daño que nos han causado: esto no es una cuestión de dinero sino de dignidad, la que no han tenido quienes se han permitido con su injusta decisión evitar que se aclarara por via judicial esta catástrofe aérea, más que por la memoria de los fallecidos, por el beneficio que sería para el conjunto de la sociedad que utiliza el avión como medio de transporte.