jueves, 13 de septiembre de 2012
Política rancia bajo el manto de la Virgen
Lo primero que hizo José Miguel Bravo de Laguna al tomar posesión como
presidente del Cabildo de Gran Canaria fue ordenar reponer la
macrobandera de la Fuente Luminosa, ese insulto a la austeridad que
compró su jefe de filas, José Manuel Soria, por 360.000 euros sin
concurso ni monsergas que pudieran incomodarle. A Bravo le gustan los
gestos propagandísticos porque, acto seguido, reunió a su equipo de
gobierno y diseñó unos presupuestos donde se duplicaban sus gastos de
publicidad y representación hasta alcanzar los 800.000 euros. Las mismas
debilidades: derroche e idolatría. Este pasado viernes, en Teror, el
presidente del Cabildo se comprometía ante los feligreses a restaurar el
manto de la idolatrada Virgen del Pino, donado por esa institución hace
cincuenta años. El gesto, claramente propagandístico por el contexto y
la manera que tuvo Bravo de anunciarlo, solo fue contestado por el cura
párroco de la basílica, Manuel Reyes, que agradeció el ofrecimiento pero
recordó a Bravo que en los tiempos que corren hay otras muchas
necesidades que cubrir antes de gastarse el dinero de todos en el manto
de una virgen. Hay gente en Gran Canaria -sin tener que irnos muy lejos-
pasando verdaderas necesidades, niños con una sola comida al día,
familias que pierden su casa, a las que les cortan los suministros
básicos por impago… y el viejo político de la política vieja anunciando a
bombo y platillo que con los impuestos de esos sufridos contribuyentes
va arreglarle el manto a una talla policromada por mucho simbolismo y
mucha veneración que despierte.