ERASMO QUINTANA.
El fin de la semana pasada las calles que van en dirección a la sede del Gobierno de Canarias se llenaron de indignada protesta por la galopante carestía en la cesta de la compra, y se preguntaban los manifestantes a dónde va la ganancia porque ellos, los productores del campo, no reciben sino las migajas. También se oyeron expresiones muy gruesas dirigidas a los políticos que -supuestamente- gobiernan el Archipiélago. Éstos, en verdad parecen únicamente preocupados por cosas baladíes y esperpénticas que van hilvanando en un caminar de dos velocidades: la TV autonómica; el procurar mantenerse a costa de lo que sea en el coche oficial y las prebendas anejas, y el capricho bobalicón de la Policía Canaria van a velocidad de crucero. Pero resolver en la medida que es posible la más que evidente carestía de la vida -¿dónde está el REA?- que se ceba en las capas más menesterosas del paisanaje; desarrollar la ansiada Ley de Dependencia; la decadente escuela pública y desamparada sanidad (ambas víctimas por el mismo afán de desprestigio para que se vea la necesidad de privatizar), a paso de tortuga."Somos un solo pueblo en una tierra única", algo así es el eslogan que los de ATI-CC nos meten por los oídos cuando hemos despertado del Arrorró de Teobaldo Power. Quieren decirnos que todos los canarios somos iguales sin importar la isla en que hemos nacido. Sin embargo, hay trampa. Iguales sí seremos, pero unos más que otros.¿Quién introdujo ese importante factor de desigualdad entre los canarios? ¿Qué dice al respecto la oposición socialista, que permite con su silencio cómplice esta incalificable injusticia?