En el marco del Gran Canaria Solidaria hoy se ha rendido homenaje a Cristóbal Romero.
Los actos realizados en el parque de san Telmo tienen como objetivo colaborar a erradicar la pobreza
El.homenaje ha comenzado con las palabras del consejero del Cabildo Carmelo.Ramírez quien ha evocado especialmente la vida militante organizada de Cristóbal.
Francisco Zumaquero ha recordado algunos hitos en su vida solidaria. Ha glosado su figura hilvanando hechos e ideas.
Tony Agudo nos recordó el bello poema de B. Brecht. Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes lucharon muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.
Manolo Reyes ha contado también su experiencia y sobre todo su pertenencia s las comunidades Adsis.
Iballa, como hija ha recordado su capacidad para transmitirles capacidad crítica y para hacer y transmitir la importancia de tejer redes
Todos los ponentes han explicitado la profunda fe cristiana de este luchador.
Teresa su esposa ha cerrado el acto recordando la honradez, deseo de libertad y justicia de este gran servidor de la solidaridad.
HOMENAJE PÓSTUMO A CRISTÓBAL ROMERO GORDÓN
Paco Zumaquero
Teólogo, filósofo, educador y militante del compromiso humano y social
Cristóbal Romero Gordón nació el 1 de febrero de 1958 y falleció el 3 de marzo de 2025, la tarde de la celebración de los Indianos en la isla de La Palma, en pleno Carnaval. Una fecha simbólica, alegre, profundamente canaria, como lo fue él.
Hijo del policía municipal de Agüimes, creció en el barrio de San Nicolás, donde desde muy joven se implicó activamente en la vida comunitaria, contribuyendo a la creación de la Asociación de Vecinos del barrio. Fue un hombre profundamente cristiano, con una sólida conciencia social, cuya fe se tradujo siempre en acción. Su compromiso con los demás no fue circunstancial, sino una forma de vida. Estudio teológia, filosofía, master en intervención social ..., más tarde ejerció como profesor. Su vocación era clara: servir a los jóvenes, acompañar a los más vulnerables, tender puentes entre la espiritualidad cristiana y la justicia social. Esa llamada interior lo condujo a integrarse plenamente en las comunidades de base cristianas, ADSIS, donde encontró el espacio para vivir su fe desde la solidaridad y la transformación.
Cristóbal dedicó su vida a la enseñanza, al acompañamiento y al cuidado de quienes lo rodeaban. Su presencia era cercanía, escucha atenta y entrega generosa.
A lo largo de su vida, dejó huellas imborrables en múltiples ámbitos del compromiso educativo y social. Uno de sus aportes fundamental fue su labor en la Fundación ADSIS y en tantas otras plataformas solidarias y ONG. Pero, sin duda, hay un legado que resplandece con luz propia: hace más de 30 años, Cristóbal impulsó la Red Canaria de Escuelas Solidarias. Promoviendo la organización de grupos de jóvenes comprometidos en institutos y centros educativos de todas las islas.
Ese trabajo inmenso, meticuloso, de base, sembró conciencia crítica y esperanza en generaciones de estudiantes canarios. Fue una siembra silenciosa pero fértil, que dio fruto en forma de una ciudadanía más comprometida, más despierta, más fraterna.
La solidaridad fue una constante en su vida, nacida de su juventud comprometida, de su espiritualidad encarnada y de su visión política. Militante del nacionalismo de izquierda canario, su compromiso político se expresó más en las acciones que en los discursos. Participó activamente en plataformas solidarias, en luchas sociales por los pueblos oprimidos, por los derechos del Sáhara, por la dignidad del pueblo palestino y contra las guerras impuestas por los imperios. Su militancia era una forma de amor al prójimo.
Cristóbal también participó activamente, durante toda su vida, en los espacios de organización política del nacionalismo de izquierda canario. A veces afiliado, a veces no, pero siempre militante. Su implicación fue coherente, honesta y sostenida en el tiempo. De hecho, a comienzos del año 2025 decidió afiliarse a Nueva Canarias con la voluntad expresa de participar en su congreso decisivo.
Se jubiló, pero lejos de retirarse, redobló su implicación. Su tiempo libre lo convirtió en tiempo útil, en compromiso renovado, en una entrega aún más plena. Cristóbal era un hombre fuerte, de energía vital desbordante. Corría casi a diario y hacía medio maratón. Su presencia era imponente, pero su carácter profundamente afable: siempre con una carcajada a flor de labios, un abrazo cálido, una palabra que levantaba el ánimo.
Fue también un gran padre de familia. Dos hijas que lo adoran Iballa y Marta y una compañera de vida, Teresa, que caminó a su lado con comprensión y ternura, siendo testigo y parte de su compromiso cotidiano.
Y se marchó como vivió: en plenitud, en un gesto de amor por la vida y por su tierra. Había acudido a celebrar la tradición palmera de los Indianos, a vivir la alegría colectiva, la fraternidad del pueblo canario. Lo acompañaba su inseparable amigo Tony Agudo, sus familias, su gente.
Cristóbal no solo fue un teólogo y filósofo, fue un sembrador de conciencia, de ternura y de justicia. Su risa, su mirada luminosa y su entrega quedarán sembradas en quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y quererlo.
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Cristóbal:
Te mereces el reconocimiento de hombre solidario.
Te mereces el reconocimiento de hombre fraternal.
Te mereces el reconocimiento de hombre educador en la paz, en los derechos humanos y en la solidaridad con el mundo que sufre.
Tu vida fue construcción de la utopía de un mundo mejor.

