La corrupción no tiene un gran impacto sobre los resultados electorales. Dependiendo de la ideología del encuestado, este suele tolerar más o menos el que los políticos se forren, mientras que la ciudadanía sufre las consecuencias de semejante depredación de las arcas públicas en beneficio propio o, en algunos casos, para pagos de interminables campañas electorales.

No hay un solo día que la Fiscalía Anticorrupción, la policía y la Prensa no nos anuncien que han cazado a algún nuevo corrupto y, en su mayoría, suelen ser de un mismo partido político, posiblemente porque en los últimos años se le entregó el mayor poder municipal y autonómico que nunca se haya tenido.