Rebeca Chacón
Canarias7
Las señales que en las últimas semanas están llegando de los nuevos mandamás del Gobierno regional anuncian la vuelta a un discurso nacionalista que hacía años que no se pronunciaba en las Islas. Tanto Paulino Rivero como su mano derecha en el Ejecutivo canario, José Miguel Ruano, han echado mano de los ancestros de CC para volver a entonar el cántico antimetropolis típico de otros tiempos, cuando las comunidades autónomas nacían y había mucho que explicar a Madrid. Con la «mano tendida» pero también con «firmeza», juran y perjuran que Canarias «no se arrodillará» ante el Estado, Pero, ¿quién ha hablado de hincar la rodilla en el suelo?
Por el momento y a falta de que Madrid diga esta boca es mía, las amenazas de los nacionalistas suenan a poner la venda antes de la herida. Que se sepa, ningún representante del Gobierno español ha dado con la puerta en la cara a algún consejero del Ejecutivo presidido por Rivero. Que se sepa y exceptuando a Caldera (el responsable de Trabajo es siempre un punto y aparte), no hay ministro que se haya negado a cumplir algún acuerdo alcanzado con el Archipiélago.
En cambio, hay datos de otro tipo que podrían explicar en parte el grito nacionalista del presidente. El primero es evidente, aunque a alguno le duela recordarlo: CC ha perdido su grupo parlamentario en el Congreso y necesita una voz alternativa para demostrar que sigue existiendo. Sin megáfono en la capital, el Gobierno regional está obligado a convertirse en el pepito grillo del que tanto huyó en la anterior legislatura Adán Martín.
Entender el discurso reivindicativo adoptado en estos primeros compases por el Ejecutivo canario pasa también por recordar que hace meses que ningún ministro de Zapatero llama a la puerta de CC. Solbes está haciendo los presupuestos estatales del próximo año sin escuchar las reivindicaciones de los nacionalistas y eso, aunque a alguno le cueste reconocerlo, duele mucho a quienes se han llenado la boca durante años con lo que mandan en Madrid.
Tercer y definitivo ingrediente para componer el plato del cántico nacionalista: en marzo de 2008 hay elecciones generales. Con los resultados de los comicios autonómicos, resulta una quimera pensar en que CC volverá a tener voz propia en Madrid. Las cabezas pensantes de Coalición saben que, en ese escenario, el nacionalismo canario tenderá a desinflarse al mismo ritmo que se elevó cuando Olarte, Mauricio y Rivero subían al púlpito del Congreso para dialogar mano a mano con el presidente del Gobierno español.Esa situación explica que Rivero entone sin rubor el todos contra Madrid aunque para ello tengan que utilizar disculpas como la policía autonómica o la inmigración. Todos esos expedientes pasaron dormidos la anterior legislatura y ahora se afrontan sin «arrodillarse» ante el Estado.
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