lunes, 7 de octubre de 2013

POLICÍA Y JUSTICIA AL SERVICIO DEL ASCENSO DE LÓPEZ AGUILAR

Fracasaron. Pero parece que algunas acciones contra la corrupción buscaban el ascenso de López Aguilar. Así lo defiende el periodista F. Chavanel en un articulo reciente:
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=313424

2.- Doscientos imputados en Canarias a la espera de un juicio justo
El paso de los acontecimientos ha dejado una cosa clara en mi cabeza: No hubiera habido una aparente lucha contra la corrupción si no hubiese un objetivo político determinante: llevar a la presidencia del Gobierno a Juan Fernando López Aguilar. En las criptas del PSOE se dio la orden de aniquilar a José Manuel Soria, a su partido, y a Coalición Canaria, bajo el deseo de que bajaran sus apoyos electorales entre la población. Corrupción había, por supuesto, y algunos de los detenidos son culpables. Pero no todos. De los casi doscientos imputados que existen en Canarias (15 por el affaire Arona; 37 en Faycan; 15 en Las Teresitas; 7 en el Eólico; unos 100 en el Unión; 14 en el Góndola…, sin contabilizar, por lo tanto, una veintena de procedimientos que se extienden por los juzgados del Archipiélago, que añadirían un número mayor de implicados), de los casi mil testigos, de las decenas de miles de hojas utilizadas en los expedientes, una parte significativa de ellos son inocentes, bien porque nunca tuvieron que ver con nada de los que se les acusa, bien porque pasaban por allí y era necesario hacer bulto con ellos, o bien porque nunca se les podrá probar lo que supuestamente hicieron.
Por el caso Góndola han pasado doce jueces. Es el récord. Por los otros un mínimo de cuatro, o cinco, o seis. Cada vez que llega un juez hay que empezar de nuevo. Que se lo digan a la actual responsable de Unión, que cree que terminará lo que empezó con discutible diligencia César Romero Pamparacuatro dentro de un año. Eso si no la cambian. Aquella secuencia de detenciones, pinchazos telefónicos, sospechas por doquier, una Canarias encanallada puesta de rodillas en los juzgados, iniciada en 2005, y cuya explosión originó un terremoto durante 2006 y 2007, con la réplica final en Lanzarote en 2009, no ha tenido una sola respuesta en forma de juicio en ninguno de los asuntos citados. Han pasado seis y siete años y no hay justicia que diga los que son culpables o inocentes… Han pasado seis y siete años criminalizados en los medios, en su vida particular, tomados como delincuentes, retratados al lado de sus hijos como basura a la que había que desaparecer…, y no sabemos a qué atenernos. Si despreciarlos para siempre, o levantarles una estatua por lo que han sufrido sin motivo.
Contemplando lo sucedido en Malaya pienso en los doscientos imputados. ¿Los culpables recibirán una ayuda samaritana al final? ¿Habrá tantos deseos de verdad en la Justicia, tantos deseos de autocrítica y de responder a la verdad con la verdad, que serán capaces de distinguir entre lobos y ovejas? ¿Tocará esta Justicia la excelencia y sabrá detectar que lo que fue una persecución política también persiguió contaminar a la propia Justicia? Lo espero con todas mis fuerzas. Para ya. Para que la Justicia sea Justicia. ¿Qué valor tiene incriminar a un político delincuente dentro de diez años cuando la sociedad ya lo separó del rebaño del poder? ¿Quién puede reparar la inocencia de un ciudadano cuando dentro de esos diez años se sepa que no tuvo nada que ver? De alguna forma los que orquestaron aquellas operaciones lograron su objetivo: colocar a López Aguilar a las puertas del poder autonómico, y lanzar una manta de sospechas sobre todas las instituciones. Y, por si fuera poco, ni la corrupción ni quienes la elaboran cuidadosamente han desaparecido del escenario.