Manuel Mederos/C7
Cada vez que se le pregunta al presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, por la situación del pacto CC-PSOE en el Gobierno de Canarias responde que va bien, repuesta que, parece más una mentira piadosa para salvar los muebles, que la verdad descarnada. El pacto de Gobierno no va nada bien, hace aguas y son los propios nacionalistas los que disparan contra una situación que nunca les gustó, pero a la que se vieron obligados por las urnas y la aritmética. Hoy, un año después, el presidente del Gobierno está muy incómodo con sus socios y ha emprendido una auténtica cacería para demostrar que los socialistas son vulnerables y prescindibles, algo que ya sabían en el PSOE, pero que no esperaban fuese utilizado por sus socios con tanta virulencia y de forma tan poco ortodoxa.
La realidad es que este nunca fue el pacto deseado y un año después, desde el núcleo duro de CC (Presidencia del Gobierno, Cabildo de Tenerife y Ayuntamiento de Santa Cruz, al que se ha sumado el Cabildo de Fuerteventura) ha puesto toda la artillería al servicio de una causa, debilitar aún más a los socialistas, bien con discrepancias en carreteras, con asuntos sociales o, en esta última etapa, con la Consejería de Sanidad. A CC no le ha importado poner en entredicho la regionalidad, su espíritu nacionalista, ni la honorabilidad del Gobierno y sus consejeros con tal de poner en apuros a los atolondrados socialistas.
Al ímpetu de Clavijo, se suma la desorganización del propio socialismo canario, a la encrucijada y los intereses de los distintos sectores para acceder a la Secretaría General, a la parsimonia y los intereses de Patricia Hernández, quien debería liderar el partido desde el Gobierno, y la propia inestabilidad nacional de Pedro Sánchez, al que las encuestas auguran un futuro incierto. A todo esto hay que añadir la guerra interna por la posición ante la Ley del Suelo. Patricia Hernández, y sus apoyos están dispuestos a claudicar ante Clavijo y su ley para mantener la paz y el Gobierno hasta después de lograr controlar el partido, mientras que sus detractores y otras antenas de poder urbanístico, abogan por apurar a Clavijo para que se avenga a cambios en el proyecto. El Partido Socialista Canario es hoy un guiñapo al que se le pueden dar las patadas que se quieran y en el que cada uno se defiende solo de los ataques, que es lo que le está pasando al consejero de Sanidad, Jesús Morera, algo abandonado ante los ataques de su presidente.
La trampa tendida por Clavijo a los socialistas es de libro. Un proyecto de Ley del Suelo de derechas, alabado por el empresariado en su conjunto, que nunca están satisfechos con nada, y por el PP que ve cumplidas sus máximas expectativas ideológicas en una ley que hace lo que ellos quieren, liberalizar el suelo. La cuestión es que esta ley no estaba en el pacto de Gobierno, pero Clavijo, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, sin previo aviso a los socialistas, encarga el proyecto a un equipo de abogados y técnicos y lo da a conocer a los socialistas cuando ya está hecho.
A estas alturas ya no hay salida. Tarde o temprano los socialistas tendrán que definir su posición en torno a la Ley del Suelo, y cualquier posición tendrá efectos nocivos para la organización. Si los partidarios de Patricia mantienen su defensa de la Ley, la oposición interna se revolverá como nunca. Si es la oposición la que logra que oficialmente se ponga en jaque la ley solicitando cambios a los que Clavijo no está dispuesto a ceder, la salida del Gobierno será una realidad inmediata.
Hay que aclarar que no se trata de una cuestión de «gestión», pura y dura, ni de «discrepancias» en torno a la Ley del Suelo, exclusivamente, como nos quiere hacer creer Clavijo, sino de política pura y dura. Fernando Clavijo quiere demostrar su autoridad, su poder y su astucia para la política arrastrando por el fango a los socialistas, haciendo leña del árbol caído. Los acontecimientos, la Ley Electoral, lo han colocado en una situación de ventaja, de privilegio y poder frente a los debilitados socialistas y a los acomplejados peperos que, simplemente, esperan que el viento se ponga a su favor en Madrid para apurar su entrada en el gobierno, expectativa máxima, o para apoyar desde fuera, deseo máximo de Clavijo.
La realidad es que en el horizonte se dibuja un escenario en el que el PP puede gobernar en Madrid con el apoyo de CC. Una hipótesis que precipitará los acontecimientos para acomodarse a la nueva situación. Hay que recordar que Clavijo se situó, desde el minuto uno, en la tesis de «pacificar las relaciones Canarias Madrid», lo que traducido a lenguaje político es «pelotear» con el PP para obtener ventajas para Canarias. Claro que el PP tampoco es tonto, y por muy segundo papel que juegue en las Islas pedirá contrapartidas, la más evidente, dada la necesidad de muchos de sus militantes en el paro, la de entrar en el Gobierno u ocupar cargos.
La oposición está con los ojos más abiertos que nunca ante la expectativa de que los socialistas ocupen la misma bancada. Podemos, NC y PSOE, conformarán un bloque de izquierdas dispuesto a entenderse, con las mismas armas que la derecha para movimientos desesperados, como atrapar a los gomeros, o hacer una pinza poderosa de oposición, incluida la toma de la calle, vacía después de que se apagase el asunto del petróleo y los podemitas se retiraran a pisar moquetas.
Hoy no hay quien dé un duro por el pacto, que además está dando un espectáculo lamentable y bochornoso para una institución que debe quedar protegida de las trifulcas de bajo pelaje. Pero es lo que hay, es la política que han decidido hacer, la que nos tendremos que tragar mientras los problemas de los ciudadanos se agrandan con sustos, como el que estos días padecemos a cuenta de la sanidad sometida otra vez a restricciones presupuestarias.