
En el período enero-marzo de 2008, ese que se convertiría en el primer año sumido de lleno en las estrecheces (la crisis estalló en octubre de 2007 con el capítulo de las hipotecas subprime o basura), había en el Archipiélago, exactamente, 857.400 ocupados. Ocho años después, con arreglo a los datos de la última EPA (la del primer trimetres del año), los ocupados son 811.800, es decir, 45.600 menos. Unas cifras que evidencian la brusca destrucción de empleo que caracterizó los años más duros de la crisis pero que igualmente muestran cierta recuperación del mercado laboral. No en vano, los ocupados apenas eran 719.800 a mediados de 2013, cuando las estrecheces hacían más estragos que nunca entre los presupuestos públicos, las cajas de las empresas y los bolsillos de los ciudadanos. Pero, con todo, este reciente incremento de la cantidad de personas que afirman estar empleadas no coincide con la disminución del número de quienes se ven obligados a trabajar en B. De hecho, son cada vez más los canarios que han de buscarse la vida sin contrato y sin cotizar a la Seguridad Social.