lunes, 21 de noviembre de 2011

El camillero despedido por tener cáncer pensó en el suicidio


Marisol Ayala
El Tribunal Supremo ha confirmado en todos sus términos, y así lo adelantó Canarias7, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia Canarias que el pasado mes de enero declaró nulo el despido del camillero Samuel Alonso Viera, hoy de 29 años, a quien la empresa Aeromédica Canaria hace tres años puso de patitas en la calle por dos razones: una, por sufrir un cáncer (linfoma de Hodgkin) y dos, porque no era rentable laboralmente. “Es que yo estaba enfermo, luchando contra un cáncer, de baja…”. Samuel es además hijo de un destacado y revoltoso sindicalista, Antonio Quintana que no siendo su padre biológico lo adoptó como tal cuando inició una relación sentimental con la madre del chico cuando tenía solo cuatro años. “Es mi hijo”, dice orgulloso. Entre quimio y quimio “me botaron a la calle”, dice el chico. Samuel recibió la carta de despido en su casa de San Roque (El Batán) en el 2005, justo cuando el proceso oncológico estaba siendo combatido con duras sesiones de quimioterapia.

“Te voy a ser muy sincero”, reconocía ayer el chico, “pero el día que llegó el buro fax comunicándome el despido me volví loco, grité, llore…y pensé quitarme la vida. Me sentía una mierda. Así de claro. Es que yo tenía 25 años, era feliz en mi trabajo de camillero y me cortaban las alas. Me hundí…”. Samuel tenía además en ese momento un proyecto empresarial con su madre que también fue frenado en seco porque su condición de despedido le convertía en insolvente.

“Nadie sabe cómo he sufrido, nadie…bueno, si, mis padres, mi familia, mis amigos y poco más pero créeme me he bebido las lágrimas porque todo ha sido tan duro”. En plena convalecencia Samuel se vio obligado a trabajar sirviendo copas en un bar nocturno, una actividad y un ambiente que no era la más aconsejable para su delicado estado de salud: “Pero es que tenía que trabajar porque en casa no somos ricos”.