martes, 11 de marzo de 2008

RUMBO SUR

«Se trata del hambre, no de la inmigración. Ya no quedan prórrogas; los efectos del cambio climático están disparando contra la población indefensa»
Gonzalo H. Martel Las Palmas de Gran Canaria
Lleva varios meses la agencia alimentaria de la ONU_advirtiendo del descomunal aumento de los precios de los productos básicos en los países vecinos a Canarias; la harina, el pan, el arroz o las verduras están registrando aumentos descomunales, y crecen al mismo ritmo la desesperación, la tensión social y las protestas callejeras de la gente sin más expectativas. En algunas poblaciones de Marruecos, de Mauritania y de Senegal, por citar sólo los ejemplos más cercanos, se han registrado en los últimos meses revueltas callejeras, saldadas incluso con algunos muertos al sol, sin ningún eco mediático porque predominan entre los europeos los expertos con la sensibilidad educada por orejeras, limitados a la detección, a veces falsa y mayormente distorsionada, de las máscaras religiosas. En medio de la euforia electoral española, la atención a los dramas vecinos debe incorporarse con urgencia a la hoja de tareas pendientes de cualquiera que sea el gobernante designado por las urnas.
La política exterior, apenas marcada con unas cuantas líneas gruesas, imprecisas en los programas y por completo olvidadas en los debates y en los discursos, se presenta hoy, el día después de la confianza ciudadana, como el principal desafío de los gobernantes incluso en España. Para esta democracia a prueba de balas el mayor de los retos consiste en fijar el rumbo sur al mundo rico, más allá del acostumbrado cacareo de los gallos guardianes nacionalistas, de las espuelas de los defensores de las fronteras. Se trata del hambre, no de la inmigración; se trata del creciente deterioro de las condiciones de vida, y se trata de prestar más atención al capital globalizado, porque sus derivaciones son a estas horas la urgencia principal del quinquenio entrante. Ya no quedan prórrogas; los efectos del cambio climático están disparando contra la población indefensa, y bastará que suba dos grados la temperatura durante algunos meses para que se inicien procesos de descomposición política y social de dimensiones nunca antes observadas. Dicho sea con ánimo de que no se distraigan los vencedores con su ombligo.