jueves, 23 de febrero de 2012
CÁRITAS Y LA CRUZ
José S. Mujica (Canarias7)
Cáritas es, posiblemente, la institución española que con más eficacia combate la pobreza. Sus méritos son innegables y su capacidad de sacrificio es sinónimo de éxito y reconocimiento social. Ahora bien, me pregunto con angustia por qué Cáritas renuncia a su derecho a mostrar la imagen de la Cruz para espetarle a la opinión pública que se trata una organización de la Iglesia Católica y que la base de su carisma es la creencia en Jesús, en su misterio de muerte y resurrección como hijo de Dios. En el sermón de la Semana Santa de 2011, el obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, exigió a los feligreses una obediencia de fe: «Oídos a la Palabra y ojos a la Cruz». Pero a la hora de rentabilizar los réditos de una gestión como la de Cáritas, la Pastoral del obispo carece de sentido. En la información que distribuyó este miércoles la agencia Efe, sobre el informe de Exclusión y desarrollo social 2012, la palabra Iglesia solo aparece una vez. Pero es que en un acto de apoyo del Club Náutico a Cáritas en Las Palmas, el símbolo del cristianismo brilla por su ausencia y, si se atiende al contenido de la fotografía, es imposible vincular a Cáritas con el Catolicismo. ¿A qué responde el olvido? ¿Es premeditado? ¿Por qué ese permanente complejo? Benedicto XVI proclamó 2012 como el Año de la Fe y Cáritas es un instrumento que ha de promover a Cristo. Imaginen cómo diseñaría la campaña de asistencia a los pobres, un partido político, una fundación o una asociación cultural; inculcaría unos valores basados en admitir quién y para qué se gestiona esa acción social con los más desfavorecidos. Y, desde luego, lanzaría a los cuatro vientos su logotipo, liderazgo y razón de ser. En su libro Jesús de Nazareth, el Papa se pregunta: «¿Qué trajo Jesús al mundo si no trajo la paz, el bienestar y un mundo mejor?». El Santo Padre lo tituliza: «Trajo a Dios». Más adelante, vuelve a reflexionar: «En la lucha con Satanás, venció Jesús: frente a la divinización fraudulenta del poder y del bienestar, frente a la promesa mentirosa de un futuro que, a través de la economía, garantiza todo a todos, frente a la invitación de adorar el poder, el Señor pronuncia unas palabras del Deuteronomio: 'Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto'». Cáritas no puede permitirse el lujo de omitir a Cristo en público. Disfruta de una enorme responsabilidad como para que la Iglesia, acuciada por una grave crisis de credibilidad y respeto, pase de puntillas cuando se trata de los más necesitados.