jueves, 30 de octubre de 2014

«Soñamos con una vida mejor»


Marta Ramos/C7
Paqui y Humberto forman parte del creciente grupo de personas que viven en la calle, arrastrados por la crisis en la capital grancanaria. Deambulan por la ciudad desde hace casi siete años. Su techo es una barca en Las Canteras y subsisten gracias a la caridad de  los paseantes de la avenida.
Cargan con una dura historia sobre sus hombros. Paqui Salem, de 49 años, vive en la calle desde que era niña. Humberto López, de 52, lo perdió todo cuando se divorció. Él había trabajado en distintos hoteles y discotecas de prestigio de la Isla, pero lo echaron y la crisis lo dejó a la suerte de la calle, ya que tampoco contó con el apoyo familiar. Se conocieron hace casi siete años en el parque Santa Catalina y desde entonces la pareja ha pasado años durmiendo en cajeros y en la playa de las Alcaravaneras hasta llegar a Las Canteras, donde viven bajo una barca desde hace más de un año.
Humberto relata que «por tener 52 años parezco un ser inservible» . Pese a que recibe la ayuda de Renta Activa de Inserción (RAI), no les alcanza para mucho. Subsisten gracias a las personas que visitan la playa y que les ceden alimentos. No obstante, pasan días enteros sin comer. Así, se ven obligados a mendigar, algo de lo que se avergüenzan, afirma Humberto. Con el poco dinero que recaudan se acercan al Mercado Central a comprar alimentos frescos que después les cocinan en un restaurante cercano. Denuncian que, en ocasiones, hay personas que les roban lo poco que tienen. Además, se asean bajo las duchas de la playa y apenas pueden hacer sus necesidades. A veces acuden a comedores sociales, pero no les gusta porque «no queremos sólo un plato de comida, queremos alguien que nos ayude a tener un trabajo para salir por mis propios medios adelante», dice López.
«Hemos hablado con todos los trabajadores sociales», asegura Paqui, quien reclama que «quienes tienen que ayudar no ayudan». Además, cuentan que para todos los trámites que les piden, les exigen fotocopias, pero «¿de dónde lo sacamos si no tenemos ni para comer?»  se pregunta.
Pese a las nefastas condiciones que tienen bajo un bote del revés, «soñamos con  una vida mejor: Si no tuviera esperanza no montaría esta caseta cada día, ni estaría todo el día recogiendo hamacas para ganar algo de dinero y salir adelante» concluye Humberto.