miércoles, 16 de mayo de 2012

El búnker de la defensa aérea

El Grupo de Alerta y Control, en colaboración con la OTAN, vigila hace 25 años el cielo canario desde un subterráneo antinuclear en Gando
Haridian Mederos - Las Palmas De Gran Canaria 17.05.2012 | 12:02

Diez personas velan las 24 horas los 365 días del año por la seguridad en el espacio aéreo en Canarias. No se les puede escapar nada. El Grupo de Alerta y Control (Grualercon) celebra este mes los 25 años de su creación, así como el 45 aniversario de la implantación en el Archipiélago de la primera unidad de vigilancia aérea.

El teniente coronel jefe del Grualercon, Miguel Ángel Pardo, ofreció ayer una visita reducida a las instalaciones ubicadas en la Base Aérea de Gando, a la que asistió una treintena de autoridades civiles y militares. Un búnker, construido entre 1985 y 1987, sirve de base para este grupo que depende en la actualidad del Mando Aéreo de Combate.

La fortificación subterránea, de unos 4.000 metros cuadrados, es el "cerebro" de esta unidad del Ejército del Aire, compuesta por 164 militares de alta cualificación. En caso de una explosión bacteriológica o química el búnker se cerraría y el aire exterior pasaría por los filtros que protegen de esos agresivos. Además, está preparado para el impacto de una bomba nuclear o lanzada desde un avión, de artillería o de buque.

El Grualercon tiene como misión la vigilancia y control del espacio aéreo de Canarias, tanto de aviones civiles como militares. Dispone de dos radares tridimensionales, uno en Gran Canaria y otro en Lanzarote; 17 asentamientos de telecomunicaciones en Gran Canaria, cinco en Fuerteventura y tres en Lanzarote, además de piezas de artillería, aviones y todo tipo de recursos tecnológicos para identificar el tránsito aéreo. Además, recibe datos de los países aliados de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), de la Agencia de Meteorología, y Aviación Civil, entre otros.

Esta unidad actúa como defensa aérea en caso de un posible ataque y como Policía Aérea, labor que realiza todos los días. Cualquier problema es atajado de forma rápida, ya que todo se supervisa al milímetro. En el 99% de los casos el Grualercon cuenta con los planes de vuelo facilitados por Aviación Civil para identificar las aeronaves y sus rutas, mientras que el 1% restante corresponde en la mayoría de las ocasiones a "despistes" de los aviones al retrasarse en la entrega de su plan de vuelo. El comandante Juan José Ruiz destacó que apenas se registran incidencias y negó la interceptación de aeronaves vinculadas al tráfico de drogas. También comentó que nunca se ha detectado ningún ovni.

El último suceso grave que recuerda en el que haya intervenido este grupo es el secuestro de un avión mauritano el 15 de febrero de 2007, que cubría el trayecto Nouakchott-Nouadhibou-Gran Canaria. El secuestrador quería desviar el aparato hacia Francia para solicitar asilo político. El raptor se hizo con el control de la aeronave, con 74 pasajeros a bordo y ocho tripulantes, y que obligó a su comandante a modificar su ruta y dirigirse a París, haciendo al final parada para repostar en el aeropuerto de Gran Canaria.


Reacción
"Los minutos de reacción son trascendentales" en la detección e interceptación de posibles amenazas, remarcó Ruiz, quien destacó que "en tiempos de paz" la normativa de la OTAN fija en 15 minutos el tiempo máximo de reacción. Sin embargo, nunca se llega a emplear todo ese tiempo. Si hay un aviso de cualquier problema, un avión está preparado para salir entre tres y cinco minutos, tras recibir la orden desde el Mando Aéreo de Combate de Torrejón de Ardoz (Madrid). En caso de que el avión esté ya en marcha sale en un minuto y en tres minutos está en el lugar del problema.

El Grualercon controla las 12 millas alrededor de Canarias, mar que pertenece a la soberanía española, aunque tiene 200 millas de "responsabilidad" en torno a las Islas, aguas internacionales donde no puede adoptar la acción de tiro.

La sala de operaciones del búnker del Grualercon controla a través de varias pantallas absolutamente todo lo que sobrevuela el cielo de las Islas, tanto aviones civiles como militares, y a la mínima sospecha se pone en marcha un protocolo para proceder de forma rápida. Este tipo de alarma de "scramble" (disputa) consiste en mantener en la base aérea un número de aviones listos para despegar en un momento dado. En las Islas esta labor la realizan F18 del Ala 46 de Gando.

Los "scrambles" actúan en multitud de cometidos, entre los que figuran las escoltas aéreas para acompañar a la aeronave donde viaja una personalidad; y la ayuda a la navegación de un avión que no puede hacerlo por sus propios medios. Los cazas también salen para comprobar mediante la observación directa los datos y el plan de vuelo de un avión, ejercicios de inteligencia, así como para efectuar entrenamientos de las unidades aéreas de combate y otros ejercicios nacionales y extranjeros.


Delta 79
De hecho, Canarias goza de un espacio aéreo denominado Delta 79, localizado en el mar al Sur de las Islas, "muy apetecible" por las fuerzas aéreas de toda Europa para realizar entrenamientos. Tal como manifestaron ayer varios mandos, esta zona la reserva Defensa en horarios determinados durante el día para permitir ejercicios de aviones militares, operaciones que son publicadas "por todo el mundo" para evitar inconvenientes en el tráfico aéreo.


Además, en Canarias se ha instalado el Link- 16, una tecnología militar para compartir información con todo tipo de cuerpos policiales y organismos aliados para "evitar zonas ciegas" en el espacio aéreo. Una "revolución" que deja atrás los "medios artesanales" con los que trabajaba el coronel Manuel Ramos, que durante sus 17 años de trayectoria, hasta 1989, vivió el paso del antiguo Escuadrón de Alerta y Control número 8 -creado en 1967- al Grualercon. "Lo que antes se hacía por voz, hoy se hace electrónico. Antes era más entrañable, tenías que estar más concentrado porque se te podía ir algún avión", añadió Ramos, para quien esta unidad es "el cerebro de la defensa aérea". Rememoró incluso las molestias que sufrió por las excavaciones para "abrir el boquete" y construir el búnker, que dispone de tres motores de 400 kilovatios de potencia cada uno, que podrían funcionar 30 días a pleno rendimiento si falla la red eléctrica.