lunes, 3 de mayo de 2010

La vida de uno de los 300.000

CANARIAS7

Rafael Avero

Hoy es 1º de Mayo. Día de la clase trabajadora. Rafa Avero, Fotógrafo de prensa con más de 25 años de experiencia laboral lleva sin trabajo desde finales del pasado año. Es uno más de los 300.000 parados que se encuentran en esa situación en Canarias. En esta crónica nos cuenta como vive el día a día una persona sin empleo.

Cuando te despiden y quedas sin empleo en la película de la vida pasas de dirigir y protagonizar tu propia comedia romántica a ser un extra desechable de una gran producción. Te arrebatan el guión. El fotógrafo que trabajaba con la luz ahora vive en las sombras…
Demasiadas horas sin nada que hacer. Los días en paro son mucho más largos. Las noches se pueblan de pesadillas. Todo se vuelve insoportablemente lento. Intentas mantener el equilibrio mental. No produces, no recoges. Se complican los sueños. Mueres un poco cuando las fechas del calendario unifican su color.
Domingo. Tragedias. Hace un buen día, soleado, pero no me acerco a la playa. Estará abarrotada de usuarios. Gente que trabaja durante la semana. Gente que no pertenece a mi amplio sector de la población: los parados. La alternativa de buscar alguna cala en el sur queda rápidamente desechada, los precios del transporte público son prohibitivos para los que no contamos con recursos económicos.
Devoraré la prensa. Afortunadamente hoy viene con más páginas, reportajes e incluso con más ofertas de empleo. Desde que estoy en paro leo el periódico de forma no lineal. Primero las ofertas de empleo, luego la programación televisiva y después el resto. Ver la televisión durante horas cada día se ha convertido en una de mis actividades cotidianas. Películas, documentales, lo que sea con tal de que pase el tiempo sin que me cueste dinero. Dinero que no tengo.
Anochece. Me dan las tantas. La falta de actividad hace que no pueda conciliar el sueño. Cada noche al acostarme vuelven los malos pensamientos. Las zonas erróneas. Las culpas. ¿merezco esto? ¿equivoqué el rumbo de mi vida? ¿son mejores que yo los que tienen trabajo? Mañana será otro día y habré envejecido un poco más.
Hechos que antes eran poco relevantes ahora se convierten en pequeñas tragedias. Si se me daña una muela la Seguridad Social no cubre el empaste. Sólo la extracción: todos los españoles no tienen, por tanto, las mismas oportunidades. La dentadura de un parado vale menos. Mejor para el sistema: Son 300.000 en Canarias, preferible que no puedan morder. Se acaba el detergente de la lavadora y recuerdas con mal humor el precio que tiene. Se acaba el champú y te pasas unos días rellenando con agua los restos del envase hasta que no dé más de sí. Pierdes el bono guagua y estás dos días triste. Pequeñas tragedias del perro flaco.

Lunes. Pan y circo. Comienza la semana para algunos, los que trabajan. Para un parado todos los días son iguales aunque hoy soy consciente de que es lunes. Lo sé porque una de las primeras iniciativas que se tomaron ante la crisis y el aumento de parados fue que la liga de fútbol se jugara también los lunes. Bendito Zp. Gracias a sus asesores hoy tendré ocupados 90 minutos del día viendo como 22 bien pagados intentan meter un balón en la portería del contrario. Aunque el partido acabe en empate a cero me quedaré con la sensación de que el Gobierno me ha metido un gol.

Martes. Renovación. Me dirijo a la Oficina de Empleo ¿por qué diablos se llamará así? Hoy toca renovar el justificante. Me intereso por ver el estado de mi demanda. Hace años realicé varios cursos de formación organizados por ellos y tengo mis títulos. Sorpresa. No puedo demandar empleo en algunos de los temas en los que me formé porque la propia Oficina de Empleo no reconoce los títulos como válidos. Es más, mientras estás haciendo el curso debes advertir que quieres seguir en las listas de demandantes de empleo porque lo normal es que te “desactiven” (bonito palabro).
Ahora entiendo la razón de que a veces, aparentemente, bajen las cifras de obreros en paro. No es que hayan encontrado trabajo, no. Se trata de que se están formando en áreas en las que luego posiblemente no podrán demandar empleo porque no le reconocen la calidad del título. Ni tienen la tan solicitada experiencia. Y mientras aparecen como “población activa” resulta que sólo están “desactivados”. Formados, sí, y en paro también.

Miércoles. Silencio. A estas alturas llevo más de 150 días sin trabajo. Sin actividad. Sin sueldo. Sin vida. Intento aprovechar el tiempo para leer. Doy largos paseos en silencio. Hay días que si no fuera por la familia uno no hablaría. No pronunciaría más palabras que las necesarias. En horarios normalmente laborales te cruzas con personas en tu misma situación. Es fácil reconocerse. Somos los que más despacio caminamos. No hay prisa por llegar a ningún lado. No tenemos a donde ir ni horario que cumplir. A veces me encuentro con algún conocido en mis mismas circunstancias. Nos paramos a conversar y pronto nos damos cuenta que apenas tenemos que contarnos. No existen las novedades cuando todos los días son iguales.

Jueves. Ansiedad. No tengo derecho ya a cobrar por desempleo. Ni a recibir la paga conocida como Ayuda de Zapatero (hay que ver como algunos le sacan rédito electoral a esto). Sobrevivo gracias a la ayuda de mis padres pensionistas que han vuelto a darme una paga al igual que hacían en mis tiempos de adolescente. También hago algunos trabajitos de forma esporádica y puntual que me da apenas para llevar calderilla en el bolsillo y cubrir pequeños e ineludibles gastos. Procuro leer el periódico en la Biblioteca Pública. Asisto a actos culturales si son gratuitos, bien pocos en esta ciudad.
Hoy tengo ganas de hablar, de conversar, de evadirme de mi mismo. La cabeza hoy no es amiga. Me voy al bar de la esquina. Allí están los habituales. Parados o jubilados prematuramente, ahogando el tiempo en alcohol. Ya los conozco a todos por su nombre. He observado como cada vez aparecen más encorvados sobre la barra del bar. Pensativos. Mirada fija, perdida en el vaso. Un rápido estudio socio-sanitario hablaría de las mismas patologías: ansiedad, depresión, alcoholismo…
Mi amigo hindú tuvo que cerrar su negocio al poco de comenzar la crisis. Se queja de que ahora su local lo ocupa un comercio de chinos. “No es justo – dice a quien lo quiera oír – yo pagaba religiosamente mis impuestos y ellos no”. Juan, antes cocinero de un buen restaurante de la capital, le comenta que los inmigrantes sudamericanos y advenedizos del sector laboral más caído en desgracia, la construcción, ocupan su anterior puesto de trabajo en la hostelería sin apenas formación y cobrando menos de la mitad de lo que él ganaba en los buenos tiempos. Peligrosos brotes con tintes xenófobos. Mi compañero de barra, el amigo Paco, comunista, lo tiene claro: “Estrategia del capital. Te echan a pelear contra el que es más pobre que tú, y si no pertenece a tu etnia mejor”.
Son las tres de la tarde y entra sonriente Marcelo. Marcelo es funcionario. Se le nota. No sólo por su despreocupada sonrisa. Es el más animoso, el que más alto habla, el que cuenta chistes y…el único que acompaña su cerveza con una tapa. Todos los contertulios le miran de reojo con disimulada envidia. “No lo entiendo – dice Paco – son obreros estén en paro o no. Sin embargo votan a partidos conservadores y envidian al que trabaja para el Estado. Algo estamos explicando mal los comunistas”.
La conversa del bar, TDT mediante, pronto deriva a la tónica habitual: Messi y los suyos. ¡Grande Guardiola grande!

Viernes. Soledad. Leo que alguien ha escrito: ¡¡¡ Por fin ya es viernes!!! en su muro en la red social de Facebook.
¿por qué esa alegría? Me cuesta unos momentos entenderlo. Ya caigo. Es una persona con empleo que no vuelve a su trabajo hasta la próxima semana. Los Lunes al Sol. ¿qué día es hoy?
La mayor parte de la jornada me la paso navegando en Internet. A mis 46 años puedo decir que tengo conexión porque me la pagan mis padres. Me he hecho casi un experto en descargar software gratuito, libros, música... Cuando trabajaba copiaba mis fotos en dvd. Del precio que pagaba por cada dvd una buena parte iba a la Sociedad General de Autores sin venir a cuento así que ahora me vengo.
Estoy dado de alta en siete páginas de búsqueda de empleo. A veces salen ofertas, me inscribo a todas las que puedo. En la última ofrecían 14 puestos de trabajo. Ya habían 1.500 candidatos cuando me inscribí…
La falta de recursos económicos hace que las redes sean la forma más barata de relacionarme con los amigos y conocidos. Soy soltero y hace meses que no tengo relaciones. Si no tienes dinero no sales. Si no sales no te relacionas. Si no te relacionas no ligas. Puedes intentarlo a través de la red pero no funciona. Si ligas suele suceder que la otra parte vive a 2.000 km de distancia. Ni puedes viajar ni puedes recibir. No hay abrazos. Sin relaciones no puedes tener hijos. Parece que los parados estamos condenados a extinguirnos.

Sábado. Excluido. Mi edad me hace ocupar el listado de los “difícilmente reinsertables en la vida laboral”. Me preocupa. Mucho. Me atormenta la idea de no existir en la sociedad. De no formar parte de ella y de no poder aportar mis humildes conocimientos. No puedo comprar una casa ni pagar un alquiler. No puedo formar una familia. No puedo hacer turismo. No puedo ponerme al día con las novedades editoriales. No existo. Procuro evitar invitaciones de los amigos a salir porque invariablemente terminan ellos pagando todo. Lo hacen de buena fe pero no me resulta agradable. No es una buena sensación la de andar de prestado todo el día así que les voy poniendo excusas hasta que van dejando de enviarme convocatorias. Poco a poco me voy convirtiendo en un excluido. En uno más de los 300.000 parados. En un “desactivado social” que dirían los cualificados técnicos del Inem.
Hace 20 días que no suena mi móvil. Hoy sonó. Era el Banco…