martes, 30 de diciembre de 2008

MENTIRAS XENÓFOBAS

FRANCISCO POMARES
Dos estudios publicados hace escasos días por la revista Emergencias y difundidos ayer en la prensa diaria, desmontan de forma irrefutable -sobre un muestreo de más de 17.000 casos sometidos a estadística- dos falacias reiteradamente repetidas no sólo por los medios de comunicación más xenófobos de las islas, sino también por algunos irresponsables con responsabilidad en la gestión de la Sanidad canaria. La primera mentira ahora desmontada, ha sido reiterada hasta la saciedad en los editoriales de siempre, y alentada por algunas emisoras de radio y televisión local. Es la que afirma que los inmigrantes que llegan en cayuco a Canarias traen enfermedades gravemente contagiosas, que podrían provocar algún tipo de epidemia en las islas. El editorialista llegó incluso a escribir que los inmigrantes podrían ser portadores del mortífero Ébola.La reciente publicación en su periódico de una información anunciando que los inmigrantes serán vacunados contra la tuberculosis -medida perfectamente contemplada en los protocolos de Sanidad Exterior-, entra dentro de la lógica alarmista que caracteriza esas informaciones. Pero la verdad, ahora desvelada, es que no alcanzan el 0,2 por ciento (de los casi 20.000 inmigrantes sometidos a examen en uno de los dos citados por la revista Emergencias) los que están infectado por enfermedad contagiosa de rápida trasmisión, concretamente por malaria, endémica no sólo en el Subsahel, sino en la mayoría de los territorios cercanos al trópico, y que además requiere para su transmisión de la picadura del mosquito Anopheles, que no existe en las islas. En cuando a la posible responsabilidad de la emigración en la mayor incidencia de la tuberculosis que se ha dado en los últimos años en Canarias, el estudio -el más amplio jamás realizado en las islas, con una muestra casi cuatro veces mayor que la de la Encuesta de Salud en Canarias que sirve para diseñar las políticas sanitarias del Gobierno regional-, niega su influencia.De hecho, los emigrantes que llegan en pateras y cayucos tienen una salud excelente. No lograrían sobrevivir a ese viaje si no fuera así. El problema no es que lleguen enfermos y colapsen los servicios sanitarios (tal es la mentira xenófoba y peligrosa de los políticos), sino que la tercera parte de quienes embarcan no llega. Ése es el drama. Porque lo de la enorme presión que suponen para los servicios sanitarios es otro camelo: del total de los sometidos a estudio (todos los llegados entre octubre de 2006 y octubre de 2007), sólo el uno por ciento -202 personas- tuvieron que ser trasladados a centros sanitarios de Atención Primaria u hospitales. Menos que los niños a los que hay que poner una lavativa para que hagan de vientre, y muchísimo menos que los turistas que ingresan por intoxicación etílica a lo largo de un año, sin que nadie se rasgue las vestiduras.