Pablo y Arantxa |
El acto y todo su trabajo previo fue impulsado especialmente por Silvia de León. La escultura es una réplica en bronce de la diseñada por Jesús García Trapiello, él mismo escultor y abuelo en duelo de Guadalajara. En varias ciudades de España hay espacios similares y el escultor ha donado su trabajo a la Red El hueco de mi vientre.
Aquí pueden verse solo algunas imágenes y dos hermosos textos. El primero es de los auténticos protagonistas: las familias. Arantxa puso voz como madre en duelo, acompañada por su marido, por los abuelos, y de manera misteriosa por Clara.
Lidia recogió el sentir de los profesionales como matrona
PALABRAS DE UNA MAMÁ EN DUELO, ARANTXA PARDO
No. No nos enseñan a acompañar a nadie durante cualquier tipo de duelo. No. No nos gusta que nos saquen fuera de nuestra zona de confort y menos para acompañar a alguien en su dolor, porque eso significa que tenemos que conectar primero con nuestro dolor, significa empatizar y así poder ayudar a la otra persona que lo está pasando mal. Nos han hecho creer que lo que no se nombra no pasó, no existió. Nos convencemos de que si no lo hablamos es por el bien de la persona que está pasando el duelo, y ese silencio hiere. Nos olvidamos de comunicarnos con naturalidad con la persona que nos necesita. Qué fácil sería preguntarle a la otra persona qué es lo que necesita.Poder decirle aquí me tienes cuando me necesites para lo que quieras. Decir: No me imagino por lo que estás pasando en lugar de frases que, aunque con buena intención hacen un daño horrible. Saber que cada uno lleva sus tiempos. Que esos tiempos se los marca cada uno. Qué mala creencia la de permitirnos el lujo de opinar y juzgar al doliente, cuando solo él sabe qué, cómo y cuándo necesita algo. No a todos tiene por qué servirnos lo mismo que le sirvió al otro. Debemos dejar de generalizar. Nos deben educar para acompañarnos en el dolor. Para poder tirar de nuestra red cuando lo necesitemos y que así todos estemos preparados. Desde pequeños. Qué miedo nos ha dado siempre la muerte. Pero cuando te encuentras cara a cara con ella, créeme que te hubiera gustado estar por lo menos preparado para aunque sea empezar buscando ayuda, poder apoyarte en tu red y estar cómodo. Que pedir ayuda no sea un tabú. Por favor, tenemos hoy en día un montón de herramientas increíbles para poder informarnos y poder ayudar sin hacer que el dolor se haga más grande.Pero el duelo del que mejor puedo hablar es del duelo perinatal. Cuando esperas vida y recibes muerte. Cuando esperas conocer a tu hija, oír su llanto y solo la ves con los ojos cerrados, con cara de paz, en calma. Quiero pensar que fue su manera de hacernos saber que se marchaba de nuestro lado tranquila, y sabiendo que la queríamos más que nada en este mundo. Cuando durante 9 meses te has preparado para recibir a esa persona en tu familia, te imaginas una nueva vida con ella, la has proyectado en cada esquina de tu futuro más inmediato. Y tienes que quitarla del escenario de tu vida. Así. De repente. Sin avisar, tienes que guardar en un cajón todo lo que hubiéramos vivido.
Se muere tu hija, una parte de ti como persona también muere ese día. Te llenas de dolor, y es un dolor que sabes desde el minuto 1 que no se va a ir nunca de tus entrañas. Pero sí llega un momento en el que eres capaz de transformar parte de ese dolor y convertirlo en más amor. Es amor que te faltó por darle a tu hijo, es amor que le haces llegar cada día de manera diferente. No tienes físicamente a tu hijo para abrazarlo, pero encuentras la manera de hacerle llegar ese amor. Y te conformas.
La semana pasada se cumplió un año de la muerte de nuestra hija Clara. Sí, se llamaba Clara, Clara Fernández Pardo. Para nosotros el nombre más bonito del mundo, pero para cada padre el de su hijo es el más bonito.
Cuando Silvia me pidió participar en la inauguración de esta escultura coincidió que me lo pidió el día que se cumplía un año de la muerte de mi hija. Inmediatamente lo consideré una señal de Clara. Sí, así somos los padres de bebés estrella, buscamos señales allá donde vamos que nos unan más a nuestros hijos. Me emocionó muchísimo que me lo pidiera, le di las gracias todas las veces que pude porque no me podía parecer un homenaje más bonito que este para celebrar el cumpleaños de ella. Esta escultura representa a todos los bebés que ya no están aquí con nosotros físicamente, pero sabemos que sí están de alguna manera. Es un sitio al que podremos venir para recordar a nuestros hijos, aunque estén en todas partes y en ninguna, pero hay veces que necesitamos agarrarnos a algo físico y rendirles culto, homenaje para recordarlos. Que nos abrace el corazón.
No fue Clara la que nos unió a Silvia y a mí, es la hija que estamos esperando ahora. Y hay días que te das cuenta de que puedes seguir remando, que aún te puedes encontrar a gente maravillosa, que le gusta su trabajo y se implica con todas sus fuerzas, aunque esa implicación signifique tocar el dolor, con nosotros no dudó ni un segundo y se volcó desde que conoció la historia de Clara por mucho
dolor que le generase a ella. Y tal como me dijo mi marido cuando escribía estas palabras, este día del recuerdo también es para que existan más Silvias. Más profesionales que sepan acompañar, porque nuestro duelo empieza al lado de ustedes, y si lo empezamos de la mejor manera, el inicio de ese dolor puede hacer que este camino sea menos doloroso. Así que les quiero llenar de fuerza para formarse y poder acompañar lo mejor que puedan a las familias que tengan que pasar por esto.
Es un camino que durará para siempre, y aunque nos pasemos la vida buscando la felicidad plena en nuestras vidas, a mitad del camino puedes descubrir que la felicidad está en el café de por la mañana, en la nube que te saluda y la mariposa que se te acerca para tu hijo recordarte que sigue acompañándote. Y todo esto te da serenidad, la vida es más conseguir esa serenidad repleta de millones de momentos de felicidad. No podemos evitar la oscuridad pero podemos elegir encender la luz.
Vamos a intentar usar más la palabra muerte, porque quizás con ello empecemos a eliminar el tabú de esa palabra. Lo único seguro que hay en esta vida es que existe la muerte. Pero el amor no acaba con la muerte.
Gracias, a todos, en especial a mi marido, que no me ha soltado jamás y que está siempre. Y a Silvia que nos está empezando a acompañar de la mejor de las maneras. A ti hija, nos seguiremos intentando imaginar el color de tus ojos.
Te quiere, mamá.
No. No nos enseñan a acompañar a nadie durante cualquier tipo de duelo. No. No nos gusta que nos saquen fuera de nuestra zona de confort y menos para acompañar a alguien en su dolor, porque eso significa que tenemos que conectar primero con nuestro dolor, significa empatizar y así poder ayudar a la otra persona que lo está pasando mal. Nos han hecho creer que lo que no se nombra no pasó, no existió. Nos convencemos de que si no lo hablamos es por el bien de la persona que está pasando el duelo, y ese silencio hiere. Nos olvidamos de comunicarnos con naturalidad con la persona que nos necesita. Qué fácil sería preguntarle a la otra persona qué es lo que necesita.Poder decirle aquí me tienes cuando me necesites para lo que quieras. Decir: No me imagino por lo que estás pasando en lugar de frases que, aunque con buena intención hacen un daño horrible. Saber que cada uno lleva sus tiempos. Que esos tiempos se los marca cada uno. Qué mala creencia la de permitirnos el lujo de opinar y juzgar al doliente, cuando solo él sabe qué, cómo y cuándo necesita algo. No a todos tiene por qué servirnos lo mismo que le sirvió al otro. Debemos dejar de generalizar. Nos deben educar para acompañarnos en el dolor. Para poder tirar de nuestra red cuando lo necesitemos y que así todos estemos preparados. Desde pequeños. Qué miedo nos ha dado siempre la muerte. Pero cuando te encuentras cara a cara con ella, créeme que te hubiera gustado estar por lo menos preparado para aunque sea empezar buscando ayuda, poder apoyarte en tu red y estar cómodo. Que pedir ayuda no sea un tabú. Por favor, tenemos hoy en día un montón de herramientas increíbles para poder informarnos y poder ayudar sin hacer que el dolor se haga más grande.Pero el duelo del que mejor puedo hablar es del duelo perinatal. Cuando esperas vida y recibes muerte. Cuando esperas conocer a tu hija, oír su llanto y solo la ves con los ojos cerrados, con cara de paz, en calma. Quiero pensar que fue su manera de hacernos saber que se marchaba de nuestro lado tranquila, y sabiendo que la queríamos más que nada en este mundo. Cuando durante 9 meses te has preparado para recibir a esa persona en tu familia, te imaginas una nueva vida con ella, la has proyectado en cada esquina de tu futuro más inmediato. Y tienes que quitarla del escenario de tu vida. Así. De repente. Sin avisar, tienes que guardar en un cajón todo lo que hubiéramos vivido.
Se muere tu hija, una parte de ti como persona también muere ese día. Te llenas de dolor, y es un dolor que sabes desde el minuto 1 que no se va a ir nunca de tus entrañas. Pero sí llega un momento en el que eres capaz de transformar parte de ese dolor y convertirlo en más amor. Es amor que te faltó por darle a tu hijo, es amor que le haces llegar cada día de manera diferente. No tienes físicamente a tu hijo para abrazarlo, pero encuentras la manera de hacerle llegar ese amor. Y te conformas.
La semana pasada se cumplió un año de la muerte de nuestra hija Clara. Sí, se llamaba Clara, Clara Fernández Pardo. Para nosotros el nombre más bonito del mundo, pero para cada padre el de su hijo es el más bonito.
Cuando Silvia me pidió participar en la inauguración de esta escultura coincidió que me lo pidió el día que se cumplía un año de la muerte de mi hija. Inmediatamente lo consideré una señal de Clara. Sí, así somos los padres de bebés estrella, buscamos señales allá donde vamos que nos unan más a nuestros hijos. Me emocionó muchísimo que me lo pidiera, le di las gracias todas las veces que pude porque no me podía parecer un homenaje más bonito que este para celebrar el cumpleaños de ella. Esta escultura representa a todos los bebés que ya no están aquí con nosotros físicamente, pero sabemos que sí están de alguna manera. Es un sitio al que podremos venir para recordar a nuestros hijos, aunque estén en todas partes y en ninguna, pero hay veces que necesitamos agarrarnos a algo físico y rendirles culto, homenaje para recordarlos. Que nos abrace el corazón.
No fue Clara la que nos unió a Silvia y a mí, es la hija que estamos esperando ahora. Y hay días que te das cuenta de que puedes seguir remando, que aún te puedes encontrar a gente maravillosa, que le gusta su trabajo y se implica con todas sus fuerzas, aunque esa implicación signifique tocar el dolor, con nosotros no dudó ni un segundo y se volcó desde que conoció la historia de Clara por mucho
dolor que le generase a ella. Y tal como me dijo mi marido cuando escribía estas palabras, este día del recuerdo también es para que existan más Silvias. Más profesionales que sepan acompañar, porque nuestro duelo empieza al lado de ustedes, y si lo empezamos de la mejor manera, el inicio de ese dolor puede hacer que este camino sea menos doloroso. Así que les quiero llenar de fuerza para formarse y poder acompañar lo mejor que puedan a las familias que tengan que pasar por esto.
Es un camino que durará para siempre, y aunque nos pasemos la vida buscando la felicidad plena en nuestras vidas, a mitad del camino puedes descubrir que la felicidad está en el café de por la mañana, en la nube que te saluda y la mariposa que se te acerca para tu hijo recordarte que sigue acompañándote. Y todo esto te da serenidad, la vida es más conseguir esa serenidad repleta de millones de momentos de felicidad. No podemos evitar la oscuridad pero podemos elegir encender la luz.
Vamos a intentar usar más la palabra muerte, porque quizás con ello empecemos a eliminar el tabú de esa palabra. Lo único seguro que hay en esta vida es que existe la muerte. Pero el amor no acaba con la muerte.
Gracias, a todos, en especial a mi marido, que no me ha soltado jamás y que está siempre. Y a Silvia que nos está empezando a acompañar de la mejor de las maneras. A ti hija, nos seguiremos intentando imaginar el color de tus ojos.
Te quiere, mamá.
¿Por qué crear un Espacio para el Recuerdo en el jardín del Complejo Hospitalario?
Los profesionales sanitarios tenemos la responsabilidad de ayudar a visibilizar el duelo perinatal.
Un duelo incomprendido, al que se le dedica muy poca atención en relación a los otros duelos.
Un duelo desautorizado por la sociedad, por algunos profesionales sanitarios e incluso por la propia familia.
Esto hace que la madre y su pareja tengan que vivir su duelo en silencio y soledad, sin poder compartir su dolor y su pena, pese a que compartir el duelo es terapéutico.
Por ello, la importancia de que las Instituciones Sanitarias apoyen la visibilización del duelo perinatal con esta inauguración del Espació para el recuerdo.
¿Para qué sirve un Espacio para el recuerdo con la escultura “Amar sin latido”?
Para tener un lugar simbólico donde honrar y recordar a los bebés fallecidos durante el embarazo, el parto o poco después del nacimiento, independientemente de sus semanas de gestación, peso, longitud o los días, semanas o meses que estuvieron vivos. Porque para los padres cuentan todos los hijos.
Un lugar donde poder realizar ritos y rituales comunitarios tan importantes en el duelo, como depositar flores, conmemorar un fecha o aniversario … o simplemente reunirse con otras familias en duelo para celebrar el día Internacional del Duelo Perinatal, el 15 de octubre.
Hay padres que no tienen un lugar físico donde ubicar a su hijo o hija fallecido porque no pudieron enterrarlo ni incinerarlo. Por ello la importancia de crear Espacios para el recuerdo.
La escultura de bronce “Amar sin latido” fue creada por el escultor Jesús García Trapiello, un artista, pero sobre todo un abuelo en duelo tras la muerte de su nieto durante el embarazo. Donó su bella escultura con su derecho a réplica a la Red de madres y padres en duelo El Hueco de mi vientre, quienes han ido dejando una estela, por distintas ciudades de España, impulsando la creación de Espacios para el recuerdo como el que hoy inauguramos.
La escultura trasmite, con muchísima sensibilidad, el hueco vacío que dejan los hijos e hijas fallecidos en la vida de sus familias y el derecho que tienen a ser recordados y amados por sus seres queridos.
¿Pará quién es este Espacio para el recuerdo?
Para todas las familias en duelo que lo necesiten, pero también para nuestra sociedad.
Porque nunca una sociedad ha negado tanto la muerte como la nuestra, una sociedad donde la muerte de los bebés es el tabú de los tabús y se evita nombrarla.
Una sociedad que quiere controlarlo todo, incluso la muerte, pero la muerte no es algo controlable, es parte inherente de la vida.
Por todo esto: “Crear un Espacio para el recuerdo “, en este rincón tranquilo y acogedor del jardín del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil de Canarias es un REGALO para todos.