martes, 8 de abril de 2025

«LA HUMANIDAD EN LA SANIDAD: UNA URGENCIA QUE NO ADMITE MÁS EXCUSAS»

Hace unos días compartimos una reflexión que surgía del dolor, la impotencia y la necesidad de poner palabras a algo que muchos sienten pero pocos se atreven a decir en voz alta: la Humanidad en la Sanidad es una urgencia pendiente. Hablamos mucho de listas de espera, de falta de recursos, de medios materiales… y claro que todo eso importa. Pero hay algo que, aunque no se mide en cifras ni aparece en los informes, marca la diferencia entre sanar o simplemente sobrevivir: el trato humano.
 
Porque cuando una persona llega a un hospital, no lo hace en su mejor momento. Llega con miedo, con dolor, con incertidumbre. Lo mínimo que espera es ser tratada con respeto, con empatía, con una palabra amable que alivie, aunque sea por un momento, la carga emocional que lleva encima.
 
Y eso, tristemente, hoy no está ocurriendo en el Hospital Insular de Gran Canaria. No podemos callarlo más. Lo vemos cada día. Lo sentimos. Y lo sufren, sobre todo, los pacientes. Personas mayores que son ignoradas. Familiares que esperan horas sin información. Pacientes que reciben miradas frías o palabras secas cuando más necesitan contención.
 
Esto no es un ataque generalizado a todo el personal sanitario. Sería injusto. Sabemos que hay médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y trabajadores que siguen siendo ejemplo de vocación, de entrega, de profesionalismo con alma. Pero también sabemos que hay muchos otros que han perdido el norte, que han caído en la deshumanización, en la indiferencia, en la rutina sin corazón.
 
Y eso, en un lugar donde se trabaja con vidas humanas, no puede ser normalizado. No puede ser ignorado. En aquella primera reflexión que compartimos, nos preguntábamos: ¿Hay alguien dispuesto a arreglar esto? ¿O todos prefieren mirar hacia otro lado, disimular, y seguir como si nada ocurriera?
 
Y sorprendentemente, esa pregunta tuvo eco. Hay hospitales que han empezado a mover ficha. Lugares donde se ha entendido que no basta con sostener estructuras: hay que repensar cómo se cuida, cómo se acompaña, cómo se trata a los que llegan. Y eso es una buena noticia. Por eso, desde aquí, queremos lanzar un mensaje directo y respetuoso al Sr. Gerente del Hospital Insular de Gran Canaria:
 
Salga de su despacho. Recorra las urgencias. Pase una tarde observando, escuchando. Hable con los pacientes. Hable con los trabajadores. Mire los rostros. Sienta el ambiente. Y, sobre todo, reflexione. Porque si usted no lo ve, si no lo escucha, si no se empapa de lo que realmente está ocurriendo, será imposible que pueda transformar nada. Y este hospital necesita con urgencia ser transformado.
 
No pedimos milagros. Pedimos humanidad. Y si necesita inspiración, la tiene cerca. En el Hospital Universitario Dr. Negrín, por ejemplo, ya se está proyectando una unidad de corta estancia dentro del área de urgencias. Una especie de planta intermedia donde los pacientes que pueden irse a casa en 3 o 4 días no ocupan camas innecesarias, pero sí reciben un seguimiento digno, con el respaldo de hospitalización a domicilio.
 
Este modelo no solo descongestiona las urgencias, también mejora la atención, reduce la saturación, y sobre todo cuida a las personas sin deshumanizarlas. ¿No sería razonable implementar algo similar en el Hospital Insular? ¿Por qué no tomar ejemplo de lo que sí está funcionando en otros centros? Copiar buenas prácticas no es una debilidad, es un gesto de inteligencia y humildad.
 
Y le digo más: estoy convencido de que nadie se ofenderá si el Insular decide inspirarse en ese proyecto. Todo lo contrario. Los profesionales comprometidos lo agradecerán. Y los pacientes, aún más. Porque más allá de protocolos, de turnos, de agendas, de burocracia… está la vocación real del sistema sanitario público: cuidar, aliviar, acompañar. Y eso no se puede hacer sin humanidad.
 
Hoy, más que nunca, necesitamos devolverle el alma a nuestros hospitales. Necesitamos que el Hospital Insular vuelva a ser un lugar donde el trato humano sea la norma, no la excepción.  Donde cada paciente se sienta visto, escuchado, atendido como persona. Donde cada profesional sepa que su trabajo tiene valor no solo por lo que hace, sino por cómo lo hace.  Ojalá este sea el punto de partida para el cambio. Porque la urgencia no es solo médica: es ética, emocional y profundamente humana.
 
Juan Santana, periodista y locutor de Radio Las Palmas y ‘EsRadio’