
Pese a la resistencia de Miriam, la preocupación se refleja en el rostro de familiares y amigos. “La situación empieza a complicarse”, confesó ayer a este periódico Conchi, hermana y compañera de lucha, mientras la portavoz de Parados Unidos descansaba en una de las tiendas de campaña levantadas dentro y fuera de la Casa Sindical de Santa Cruz de Tenerife.
“El deterioro de su estado de salud va en paralelo a la indiferencia de los dirigentes de UGT”, se lamentó Conchi Pérez. “Mucho nos tememos que están esperando a que ocurra lo peor para dignarse a hablar”, apostilló. A pesar de las constantes muestras de apoyo, Miriam y su entorno no ocultan su “tristeza” ante la “insensibilidad” de algunos sindicalistas. “La cabeza invisible, no visible, es Gustavo Santana [secretario general de UGT en Canarias]”, comentan. “Pero tampoco otros dan la cara”. Los reproches son también para Comisiones Obreras, que “se esconde por solidaridad”. Se refieren a que la central mayoritaria se encuentra inmersa en su propia regulación de empleo.
“Entran y salen del edificio como si nada”, testimonian los habituales de la acampada. “Es una desvergüenza”, exclaman.

Miriam fue despedida en 2011 mediante un ERE, contra el que ha interpuesto una demanda ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.