domingo, 18 de enero de 2009

Chivos expiatorios


Francisco Pomares
No me sorprende que Rivero mienta cuando hace referencia a la situación de las listas de espera. Pero me indigna su ocurrencia de responsabilizar otra vez de la espera y del colapso creciente del sistema sanitario a la emigración que llega a las islas: “aunque sean irregulares tienen sanidad gratuita, y eso ha desequilibrado el sistema”, dijo ayer.
Ocurre que el discurso xenófobo más frecuente en las islas atribuye las listas a la necesidad de atender a los que llegan en pateras. Nada más falso: los emigrantes que llegan a las costas tienen una salud excelente. Llegan agotados, helados y sedientos, pero es falso que lleguen enfermos y colapsen los servicios sanitarios: del total de los llegados entre octubre de 2006 y octubre de 2007, sólo el uno por ciento -202 personas- tuvieron que ser trasladados a centros sanitarios de Atención Primaria o a hospitales. Si dos centenares de enfermos más al año colapsan el sistema, es que algo va requetemal. Esos datos, que se hicieron públicos en diciembre de 2008, han obligado a Rivero a adaptar su vieja trola recurrente: ahora ya no responsabiliza a los que llegan en pateras, sino a los que entran por los aeropuertos.
Canarias ha crecido el último año en menos de 50.000 personas, y todos los años llegan a Canarias 12 millones de turistas. No hay estudio que desmienta esta nueva falacia sobre la emigración, pero –a ojo de buen cubero- resulta obvio que el turismo tiene una incidencia infinitamente superior sobre el colapso del sistema sanitario de la que tienen los inmigrantes, que además suelen ser en su mayoría gente joven y sana.
La insistencia de Rivero en culpar de los males de la tierra a los de fuera –no a todos, sólo a los pobres- es realmente patológica: responde a una forma siniestra de entender los valores humanos. Se culpa al inmigrante de ocupar la cama que le corresponde al canario, quedarse con su trabajo y con la plaza escolar de su hijo. Y si los inmigrantes tienen la culpa, entonces no es del Gobierno.
El hecho es que el Gobierno es responsable de muchas cosas, pero no de todas: no lo es de esta crisis, ni tampoco lo es –no exclusivamente- del descontrol en la Sanidad o la Educación. Un líder político debería explicar que no hay varitas mágicas para solucionar los problemas, que hace falta tiempo, recursos, imaginación y esfuerzo de todos.
Pero es más fácil buscar un chivo expiatorio y endosarle el creciente malestar social a cuenta de la crisis. Mal vamos con este discurso miserable…