sábado, 11 de noviembre de 2023

ELOGIO DE “ESPIRAL”

Espiral es una asociación autogestionaria de personas con diagnósticos referidos a la salud mental, aunque las “etiquetas” a ellos -y a muchos profesionales- no les convencen mucho. Creen más en las causas sociales de los problemas y es seguro que aciertan al menos en cómo la sociedad puede colaborar a resolver o agravar los problemas.

Socialista es quien cree que las realidades se cambian a través de vida asociada. La actitud individualista y la asociativa son opuestas y realmente irreconciliables. Pueden dialogar sí, en un ejercicio serio y duro.

En la sociedad crecen los diagnósticos referidos a la salud mental. Dudo de que crezcan los problemas. Como afirman serios estudiosos desde la psiquiatría crítica crecen más bien los diagnósticos que -de manera más que interesada- además se cronifican. Tuviste un episodio tal o cual y te dicen que eres eso de por vida.

La Espiral, acabo de consultarlo, “es un símbolo del cambio constante, transformación y desarrollo por el que pasa el universo y junto con él, los seres humanos”. La cronicidad es un invento interesado. A veces será verdad, pero a veces no. Somos cambio, cambio permanente. Es deseable que este cambio sea un crecimiento y no una corrupción, no una degeneración.

Me gusta “Espiral” porque es horizontal, porque manifiesta que el protagonista de la realidad debe ser la persona. Me gusta porque no le gusta la palabra “paciente”. No debe haber nunca “pacientes” porque en cuestiones de salud (y en todo) el más interesado debe ser el “agente”. Defienden en “Espiral” con fuerza que los estigmas son malos, que no se puede condenar a alguien bajo una etiqueta, es demasiado cómodo y marginador.

Me parece correcta la expresión “personas con dificultades psicosociales”. Los problemas de carácter psíquico pueden tener origen social. Pueden tener también componentes cerebrales y puede ser necesaria tal o cual medicación. Pero esta debe ser la mínima posible. La investigación debe seguir esa línea y no la contraria.

Mi madre pertenecía a una asociación: la Frater. Defendían que no se dijera “inválido” sino “minusválido”, después propusieron “discapacitado”, después “personan con disfuncionalidad”… Puede parecer una tontería pero es algo importante. Pero si las palabras son importantes, más importantes son las realidades y por eso “Espiral” debe seguir luchando por su vida asociada. Debe seguir combatiendo el estigma.

En aquella asociación criticaban el frecuente “victimismo” de los enfermos, que se hacían pasivos y se metían en el bucle de ser atendidos, de pensiones etc y otras formas de paternalismo. Criticaban una sociedad competitiva que las aplastaba pero también una sociedad que les trataba como inferiores.

En mi opinión le conviene crecer en dos cuestiones:

1/ Dar más importancia a la vida laboral de las personas que en algún momento de su vida tuvieron un problema psicosocial. Nada hará más integración que la integración real. Y esa pasa por trabajar como todo el mundo siguiendo el único principio justo: “De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”. El ser humano puede trabajar. El ser humano no suele necesitar entretenimientos y monitores, debe y puede hacer un trabajo eficaz.

2/ Relacionarse con otras asociaciones. La “espiral” es realmente una linea hacia fuera. Las personas diagnosticas son socialmente empujadas al pozo de su propio ombligo. Frente a eso hay que salir hacia la Fraternidad

Espiral, con su compromiso y horizontalidad, con su estilo autogestionario, acierta plenamente y puede seguir creciendo. Eso es lo auténticamente humano.

Eugenio A. Rodríguez Martín