lunes, 2 de enero de 2017

El ansia de dignidad se triplica


Marta Ramos
Gonzalo Andradas en el centro de acogida de CEAR en Gran Canaria.

De Venezuela, del Sáhara, de Marruecos, de Nigeria, de Irak, de Afganistán, de Rusia o de China. Más de 46.000 personas de todo el mundo han sido atendidas por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) durante sus treinta años de existencia en Canarias. A lo largo del tiempo los perfiles han cambiado, pero en los últimos tres años las peticiones de asilo se han triplicado.    

En octubre de 2015, dos mujeres hermanas llegaron a la costa de Gran Canaria en patera. Una era sordomuda y la otra iba en silla de ruedas, pero en algún momento creyeron que la inmensidad del mar era más segura que su propio país, así que decidieron embarcarse rumbo a una mejor vida sin saber si llegarían a buen puerto. Cuando fueron atendidas, dijeron ser sirias y durante esos días, muchas fueron las dudas acerca de su origen, que nunca se corroboró. Después de pasar varios meses en el centro de acogida de CEAR de Vecindario, se fueron a Francia en busca de oportunidades, porque en realidad, las Islas eran sólo un lugar de paso. 
Como estas dos mujeres, 46.000 solicitantes de asilo y migrantes vulnerables de todos los continentes han sido atendidas por CEAR a lo largo de sus tres décadas de existencia en el Archipiélago. Explica el coordinador territorial de la organización, Juan Carlos Lorenzo, que «hay una relación directamente proporcional entre una situación de conflicto, de pobreza extrema y de persecución y la procedencia». Los conflictos armados, la hambruna, la religión, la identidad  y orientación sexual y el albinismo son los motivos para huir.
Durante las dos primeras décadas de CEAR, el perfil de solicitante de asilo era un hombre que viajaba solo, pero ahora, cada vez es más usual la llegada de familias enteras o monomarentales. Tanto es así que una de cada tres personas que vive en el centro de acogida de Vecindario son niños, asegura el director del centro, Gonzalo Andradas, que recalca que cada vez es más frecuente ver «mucho drama y mucha muerte» en las pateras que llegan a las costas canarias.     Las dependencias de CEAR es el primer objetivo de estas personas. Allí buscan asesoramiento jurídico y, sobre todo, dignidad. «Esto no deja de ser un puente. Llegan con un cansancio crónico, y no por el viaje. La semana que pueden pasar en una patera no es nada en comparación con el tiempo que han estado sufriendo persecución o explotación en su país, que ha podido ser durante años», añade.