Me pasan el video desgarrador del Padre de Raquel, la joven que en el mes de agosto decidió poner fin a su vida, acorralada por la administración que le amenazaba con quitarle a sus dos hijos si no encontraba trabajo. Es decir, si no alcanzaba un imposible. La criatura, 24 años, entendió pues que no había salida y voló. Raquel nació y murió en Las Palmas. Su padre, digo, convocó hace unos días una dolorosa rueda de prensa con el apoyo de la Plataforma por la Dignidad de las personas y la Asociación de niños peregrinos que son muchos padres de familia con problemas económicos que evitan pedir ayuda a unos servicios sociales que les amenazan con quitarles a sus hijos, en lugar de auxiliarles desde la empatía y la humanidad.
Escuchar, ver y hablar con el padre de Raquel es desgarrador; reconozco que he estado un par de días valorando la conveniencia de colgar su testimonio hasta que, finalmente ahí lo tienen. Que se enteran cómo se las gastan los cuidadores de los que menos tienen. Ahí tienen a un padre destrozado culpándose incluso de no haber estado más con su hija porque “trabajo 12 y 16 horas diarias” de manera que cuando Raquel le pedía con insistencia que acudiera a los Servicios Sociales porque le querían quitar a sus hijos “yo”, dice con dolor, “no podía ir; el trabajo me lo impedía”.