"El planteamiento que viene defendiendo Gallardón constituye, en esencia,
un gesto de obediencia del poder político a las reiteradas peticiones
de la Conferencia Episcopal Española y a las exigencias, en el mismo
sentido, de los sectores más ultraconservadores de su partido. Se
posibilita así que minorías ultraconservadoras y poderes eclesiásticos
impongan sus particulares postulados morales a las mayorías, con lo que
ello supone de perversión del sistema democrático". -Román Rodríguez-