Javier Darriba / Las Palmas de Gran Canaria
«No se puede resistir más». Genara Medina vive bunkerizada. No sólo tiene que cerrar su casa a cal y canto por el mal olor que sube desde el barranco, sino que además ha tenido que colocar pegues en la ventana para que no entre la peste que sale de las alcantarillas. El hedor asfixia a Casa Ayala.
Vicentita y Domingo son también sufridores en casa. «Esto es una desgracia, tenemos que tener todo cerrado porque si abres, el olor se lo come todo», expone ella.
El olor a alcantarilla se propaga por toda Casa Ayala, Ladera Alta, Risco Quío y hasta La Adelfa. Y no sólo es por la depuradora de Tenoya, que también, sino por el estado de la red de saneamiento, según explican los vecinos. En efecto, hay tapas de alcantarillas que no cierran bien, a lo que se suma la impresión generalizada en el barrio de que no existe un tratamiento químico adecuado en la depuradora.