Se ve que querer es poder. Miles de personas han muerto en radical soledad como imponían unos protocolos que algunos supieron sortear. Esperamos que en futuras desgracias el poder tenga menos poder y los profesionales sean verdaderamente profesionales. A más poder, menos pueblo. A más pueblo, menos poder. Desde CanariasSolidaria nos alegramos de esta realidad y de su publicación.
Odra Rodríguez Santana/Canarias7
78 familias han tenido la oportunidad de despedirse de sus seres queridos enfermos de covid antes de fallecer desde marzo de 2020
La pandemia lo ha cambiado todo. Las restricciones para prevenir el contagio de la Covid-19 se han ido incorporaron al día a día obligando a la población a modificar su vida laboral, su manera de relacionarse con la familia y los amigos, de comprar, hacer ejercicio, comer, entretenerse...a los más pequeños la forma de jugar o de asistir al colegio. Gestos tan preciados como el abrazo o el beso se convirtieron en un riesgo para la salud, también las reuniones tradicionales para velar y despedirnos de nuestros seres queridos. Nunca fue «tan desgarradora» la muerte de un familiar o un amigo como en los primeros meses de pandemia; la soledad del paciente durante su proceso en el hospital, aislado totalmente de su familia y su entorno, y la «tristeza irremediable» de hijos, hermanos y padres que no podían darles su último adiós. «Se nos rompía a todos el corazón al ver cómo los familiares no se podían despedir de su ser querido», Francisco Puñal Rueda, supervisor de Área Funcional (SAF) de Servicios Médicos del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín.
De este sentimiento nació la habitación 36 de la planta 4B derecha de hospitalización de casos covid. Y la habitación 1 en la misma planta pero en el ala izquierda donde se ingresa a los Críticos covid. Ambas, las primeras a la entrada de sus respectivos servicios, se han convertido en un punto de inflexión en estos meses de pandemia. Estos dos espacios se abrieron en un momento «difícil, de confusión, de miedos, de gran incertidumbre por un virus del que apenas sabíamos algo» para que los familiares pasaran unos últimos minutos con su ser querido con todas las medidas de seguridad necesarias, explica.
Thomas, su esposa Susanne, octogenarios alemanes, y sus hijos fueron los primeros inquilinos de la habitación 36. Fue el 22 de marzo de 2020. La pareja estaba de vacaciones en Gran Canaria y enfermó de covid. Él, fue ingresado en Críticos mientras que ella, permaneció en planta de hospitalización. Su familia viajó desde Alemania ante el delicado estado de salud de los progenitores. «Nos solicitaron que se les permitiera despedirse de l padre. Fue entonces cuando comenzamos a darnos cuenta de que era una situación con la que nos íbamos a encontrar más a menudo, por lo que era necesario ofrecer una solución» apunta Puñal Rueda.
Se organizó la habitación 1 de Críticos, la primera del pasillo de acceso a la planta, y se trasladó a Thomas, y a la familia se les facilitó Epis –se les ayuda a la ponérselos y a quitárselos- asesoramiento y apoyo de los profesionales del centro para cumplir con las normas de seguridad. Se les permitió permanecer durante 15 minutos con su padre y esposo, cuenta Puñal. «Creo que fue una de las mejores decisiones que se han tomado en el hospital. A pesar de lo estrictos protocolos hospitalarios logramos humanizar un poco ese momento tan complicado que les ha tocado vivir, hacer realidad esa última despedida y el duelo», señala Puñal, quien tiene un recuerdo «cariñoso» para aquellos pacientes y familiares que en un primer momento no pudieron despedirse porque los protocolos así lo establecían ante la alta contagiosidad del SARS-CoV-2.
Durante la primera oleada, entre el 1 de marzo y el 31 de junio, 17 pacientes y sus familiares solicitaron estar acompañados o acompañar a su ser querido en sus últimos momentos. En la segunda y tercera, desde el 1/8 hasta la fecha, lo han reclamado 61, según los datos del hospital. El proceso es sencillo: cuando el paciente se encuentra en situación terminal irreversible se acuerda con las familias una especie de cita, día y hora, para visitarlo en una de las dos habitaciones.
«Lograr que al menos el paciente no muera solo sino rodeado de las personas que le quieren es un paso muy importante que también nos ha ayudado mucho a los profesionales, porque era muy duro ver el sufrimiento de estas familias», insiste el supervisor de Área Funcional de Servicios Médicos.