Eugenio A. Rodríguez
No todos los días queda gente de pié en un acto en el Foro La Provincia. La oferta cultural de la ciudad es suficientemente variada y el ritmo laboral es más que fuerte. Los temas históricos no son tampoco los que más seguidores suscitan, El miércoles no es el mejor día y un largo etcétera de razones no impidieron que se quedara gente de pie en la presentación de un libro. Tampoco un libro es tema especialmente atractivo, pero este libro -como dijo el prologuista- es más que un libro. Es un libro que revienta sus costuras porque es un libro cargado de vida.
Cerca de 500 páginas desvelan la presencia de los católicos en el compromiso sociopolítico de izquierdas en Canarias. Una primera lectura ya da idea a quienes conozcan el tema de que se queda muy corto. La experiencia da para una enciclopedia. Muchos protagonistas apenas son mencionados, gente que ha metido su vida plenamente al servicio de la solidaridad apenas queda esbozada su acción y pasión. Se queda corto.
lo que aporta es interesante. Toneladas de alegría, sufrimientos, luchas, desvelos, emociones, gozos, esperanzas son desveladas en las experiencias de un buen puñado de rostros comprometidos. Une las reflexiones racionales con los relatos cargados de emociones y vivencias. Incluye también la elogiosa visión de los “compañeros de viaje” no creyentes. Desgrana elementos ideológicos y sentimientos vibrantes.
En el acto -además de la música- intervinieron el coordinador Antonio Quintana y la activista Koldovi Velasco, sobradamente conocidos entre nosotros. El “invitado especial” fue el profesor Díaz Salazar (Complutense de Madrid) quien presentó la trascendencia de este trabajo. Explicó que es imprescindible que se reconozca que hubo nacionalcatolicismo pero que también hubo un cristianismo antifranquista, un cristianismo militante, un catolicismo combativo y de izquierdas. Rafael, amigo del coordinador, no dejó de hacer comentarios simpáticos y coloquiales pero dio también datos tremendos como aquella encuesta de finales del franquismo en que los sacerdotes españoles se situaban de forma muy ampliamente mayoritaria en el espectro ideológico del socialismo frente a un escuálido 10% alineado con Franco.
El amigo y profesor explicó deliciosamente las peculiaridades de España cuya laicidad nunca podrá ser como la francesa. Se notó que domina el tema con soltura pues lo hizo con sencillez y claridad aludiendo a Goya, Valle Inclán, el esperpento y otras realidades de nuestra cultura.
Se quejó sin caer en la amargura de que se silenciara esta implicación católica por los demás con varios ejemplos. Aludió a que nadie decía que el recién fallecido Santos Juliá era cura. Luego erró, a mi juicio, cuando por dos veces citó elogiosamente a Negrín, llevando la contraría al gran historiador que acababa de elogiar. Se lo dije al acabar el acto junto a mi enhorabuena y estoy dispuesto a ese debate.
Rafael mostró muy claramente que la dedicación intelectual puede ser un servicio y no una forma de trepar. Especialmente cordial fue su alusión a la intervención de koldobi: “Tengo que grabarte, deben oírte mis compañeras. Se puede ser feminista y rezar”.
Díaz Salazar -desde su mirada objetiva- alabó sin tapujos esta implicación de los católicos de izquierdas en Canarias tanto en el nacionalismo como en el socialismo. El prologuista valoró la importancia de que las vivencias personales y colectivas quedaran por escrito para que haya rigor en la historia antes de que pase el tiempo y se tergiverse lo sucedido. Al coordinador del libro, Antonio Quintana, que tiene 66 años, le dio vida hasta los 73, aunque después le prorrogó tres más para que siga aportando novedades a un trabajo que ayude a los jóvenes de hoy.
El público asistente disfrutamos de un acto entrañable a la vez que comprometido. Nada olía a nostalgia o autobombo. Todo hablaba de preocupación por las limitaciones al tiempo que de orgullo justo por la tarea realizada, podía tocarse con los manos que la mezquindad que cohabita con la generosidad ha sido y será derrotada muchas veces. En el ambiente se respiraba que hay ganas de más y mejor compromiso.