Era el 14 de enero de 1975 cuando sobre las 19 horas, en la carretera C-812, a la altura del cruce de Juan Grande, en el sur de Gran Canaria, una gran aglomeración de tráfico interrumpía el tránsito de turistas y conductores particulares.
Se trataba de un corte de carretera sin permiso oficial de 1.200 personas formado por trabajadores del sector tomatero, niños, sacerdotes, religiosas y docentes que reclamaban la construción de escuelas. Cortaron la carretera que unía el núcleo turístico de Playa del Inglés y San Agustín con la ciudad de Las Palmas.
Aquel acontecimiento era la respuesta ciudadana a una demanda que se realizaba desde hacía tiempo: Escuelas infantiles. La movilización social tuvo una base de respaldo en los sacerdotes y religiosas que se encargaban de dar educación a los niños.
Tal y como contaba ABC, se impusieron multas de 1975 por valor de 2.400 euros a sacerdotes y una religiosa. Entre otros, a Manuel Medina, 600 euros. 1.200 euros para el sacerdote Domingo Viera, párroco de Castillo del Romeral, y 600 euros para la religiosa Ana María Sánchez, directora del Colegio Nacional de Castillo de] Romeral. Viera recuerda a ABC que las multas se condonaron y el dinero para pagarlas se devolvió.
Las peticiones eran por la construcción de escuelas. En aquella época, los docentes daban clases, por ejemplo, a 103 niños en una misma aula. Los canarios, trabajadores del sector tomatero, temían por sus puestos de trabajo si salían a protestar. Muchos de ellos analfabetos, se hartaron y pidieron que sus hijos fueran educados de forma correcta para evitar el calvario de dedicarse a la agricultura intesiva de exportación. El respaldo del Obispado de Canarias le animó a no tener miedo.
Las autoridades decían que no había suelo. Y es que cada mes de septiembre, cuando comenzaba la zafra de tomates, la zona se llenaba de niños y desde octubre ya era imposible que todos tuvieran acceso a la enseñanza de calidad. Muchos padres, evitaban mandar a sus hizos al colegio por razones de transporte y para ayudar en los tomateros.
El dinero que se mandaba desde Madrid se estaría empleando entonces construir pozos de agua y canalizaciones. Pero llegó la situación límite. El corte de la carretera lo ejecutaron los padres aunque con el respaldo de docentes como José Domingo, Juan Jiménez Zafra, Antonio Valenzuela, Agapito Jiménez, Marino Alduán, Pedro Domínguez y Antonio Sosa, entre otros.
Las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús que, al mismo tiempo, eran maestras en el Colegio Nacional Castillo del Romeral, se las veían y deseaban para atender las peticiones de mejora de condiciones de vida de las madres de la zona. Tanto en Castillo del Romeral como en la zona de El Matorral.
El detonante final llegó cuando en El Matorral, el 60% de los niños no podian ir a la escuela porque eran barracones propiedad de la Sección Femenina, que los reclamó para dar servicio de guardería. Las mujeres, trabajadoras en tomateros, no tenían quien cuidara de los niños menores de cuatro años. Quizás la Sección Femenina lo hizo para forzar que se dieran respuestas educativas en la comarca.
Los padres estaban desesperados. Crecía la población al inicio de cada zafra tomatera y los servicios no aumentaban en esta zona del Sur de Gran Canaria. El cultivo y empaquetado de tomates era lo único que atendían los responsables políticos de la zona.
Y, todo eso, de espaldas a un mercado hotelero que no veía el lado opaco del incimiente turismo canario. El nivel de analfabetismo era altísimo. Los apareceros vivían en cuarterías. Eran de de unos 20 o 25 metros cuadrados con techos de zinc. Sin agua o sin luz. Los niños jugaban cerca de sus madres en las plantaciones cuando salían del colegio. O en entornos con residuos químicos que se empleaban en los tomateros.
Al final, dada la ausencia de respuestas, se hizo una asamblea en la Iglesia de Castillo de Romeral con la presencia de familias de Juan Grande, Castillo del Romeral y El Matorral. Caminaron en fila, mayores y pequeños, para cortar la única carretera que enlanzaba Las Palmas capital con la zona turística a la altura de Juan Grande.
Finalmente, el alcalde, que era empleado de una planta cementera en Arguneguín (Mogán), apareció cuando la movilización cogió forma y el caos circulatorio era una realidad. De allí, salió detenido el párroco Domingo Viera, que era quien encabezaba la manifestación. El alcalde firmó un escrito donde se aceptaba comenzar las obras de escuelas en el altar de la Iglesia de Juan Grande. La firma fue ese mismo 14 de enero de 1975 y se comprometía a construir escuelas en El Matorral, Juan Grande y Castillo del Romeral con aulas prefabricadas.
El apoyo del obispo de la época, Infantes Florido, fue fundamental para legitimar la demanda de los trabajadores del sector tomatero y evitar el uso de la violencia aunque la tensión del momento fue irrespirable, de acuerdo con los testimonios de la época consultados por ABC.
Los problemas siguieron. En verano de ese 1975, tres niños murieron por meningitis en la zona, dos con lesiones por esa misma enfermedad. La costumbre de jugar en zonas de tierra rodeados de basura. Tenían escuelas, pero apenas atención sanitaria. El único centro hospitalario privado de la comarca estaba especializado en atender turistas. 42 años.
Se trataba de un corte de carretera sin permiso oficial de 1.200 personas formado por trabajadores del sector tomatero, niños, sacerdotes, religiosas y docentes que reclamaban la construción de escuelas. Cortaron la carretera que unía el núcleo turístico de Playa del Inglés y San Agustín con la ciudad de Las Palmas.
Aquel acontecimiento era la respuesta ciudadana a una demanda que se realizaba desde hacía tiempo: Escuelas infantiles. La movilización social tuvo una base de respaldo en los sacerdotes y religiosas que se encargaban de dar educación a los niños.
Tal y como contaba ABC, se impusieron multas de 1975 por valor de 2.400 euros a sacerdotes y una religiosa. Entre otros, a Manuel Medina, 600 euros. 1.200 euros para el sacerdote Domingo Viera, párroco de Castillo del Romeral, y 600 euros para la religiosa Ana María Sánchez, directora del Colegio Nacional de Castillo de] Romeral. Viera recuerda a ABC que las multas se condonaron y el dinero para pagarlas se devolvió.
Las peticiones eran por la construcción de escuelas. En aquella época, los docentes daban clases, por ejemplo, a 103 niños en una misma aula. Los canarios, trabajadores del sector tomatero, temían por sus puestos de trabajo si salían a protestar. Muchos de ellos analfabetos, se hartaron y pidieron que sus hijos fueran educados de forma correcta para evitar el calvario de dedicarse a la agricultura intesiva de exportación. El respaldo del Obispado de Canarias le animó a no tener miedo.
Las autoridades decían que no había suelo. Y es que cada mes de septiembre, cuando comenzaba la zafra de tomates, la zona se llenaba de niños y desde octubre ya era imposible que todos tuvieran acceso a la enseñanza de calidad. Muchos padres, evitaban mandar a sus hizos al colegio por razones de transporte y para ayudar en los tomateros.
El dinero que se mandaba desde Madrid se estaría empleando entonces construir pozos de agua y canalizaciones. Pero llegó la situación límite. El corte de la carretera lo ejecutaron los padres aunque con el respaldo de docentes como José Domingo, Juan Jiménez Zafra, Antonio Valenzuela, Agapito Jiménez, Marino Alduán, Pedro Domínguez y Antonio Sosa, entre otros.
Las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús que, al mismo tiempo, eran maestras en el Colegio Nacional Castillo del Romeral, se las veían y deseaban para atender las peticiones de mejora de condiciones de vida de las madres de la zona. Tanto en Castillo del Romeral como en la zona de El Matorral.
El detonante final llegó cuando en El Matorral, el 60% de los niños no podian ir a la escuela porque eran barracones propiedad de la Sección Femenina, que los reclamó para dar servicio de guardería. Las mujeres, trabajadoras en tomateros, no tenían quien cuidara de los niños menores de cuatro años. Quizás la Sección Femenina lo hizo para forzar que se dieran respuestas educativas en la comarca.
Los padres estaban desesperados. Crecía la población al inicio de cada zafra tomatera y los servicios no aumentaban en esta zona del Sur de Gran Canaria. El cultivo y empaquetado de tomates era lo único que atendían los responsables políticos de la zona.
Y, todo eso, de espaldas a un mercado hotelero que no veía el lado opaco del incimiente turismo canario. El nivel de analfabetismo era altísimo. Los apareceros vivían en cuarterías. Eran de de unos 20 o 25 metros cuadrados con techos de zinc. Sin agua o sin luz. Los niños jugaban cerca de sus madres en las plantaciones cuando salían del colegio. O en entornos con residuos químicos que se empleaban en los tomateros.
Al final, dada la ausencia de respuestas, se hizo una asamblea en la Iglesia de Castillo de Romeral con la presencia de familias de Juan Grande, Castillo del Romeral y El Matorral. Caminaron en fila, mayores y pequeños, para cortar la única carretera que enlanzaba Las Palmas capital con la zona turística a la altura de Juan Grande.
Finalmente, el alcalde, que era empleado de una planta cementera en Arguneguín (Mogán), apareció cuando la movilización cogió forma y el caos circulatorio era una realidad. De allí, salió detenido el párroco Domingo Viera, que era quien encabezaba la manifestación. El alcalde firmó un escrito donde se aceptaba comenzar las obras de escuelas en el altar de la Iglesia de Juan Grande. La firma fue ese mismo 14 de enero de 1975 y se comprometía a construir escuelas en El Matorral, Juan Grande y Castillo del Romeral con aulas prefabricadas.
El apoyo del obispo de la época, Infantes Florido, fue fundamental para legitimar la demanda de los trabajadores del sector tomatero y evitar el uso de la violencia aunque la tensión del momento fue irrespirable, de acuerdo con los testimonios de la época consultados por ABC.
Los problemas siguieron. En verano de ese 1975, tres niños murieron por meningitis en la zona, dos con lesiones por esa misma enfermedad. La costumbre de jugar en zonas de tierra rodeados de basura. Tenían escuelas, pero apenas atención sanitaria. El único centro hospitalario privado de la comarca estaba especializado en atender turistas. 42 años.