Gonzalo H. Martel
En apenas 15 años, Canarias será un territorio sobrecargado de viejos,
con una pérdida importante de población infantil y juvenil, que necesita
urgentemente de la inmigración si quiere crecer en lo social y en lo
económico. Ese es el pronóstico optimista que apuntan las últimas
proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La más importante de todas, es que Canarias crece gracias al
envejecimiento de la población. Los años que restan hasta 2031 son los
que convierten en mayores de 65 años a los canarios nacidos en la década
de los años 60 del siglo pasado, cuando se produjo la mayor explosión
demográfica de la historia del Archipiélago. En apenas tres lustros
serán 489.196 los canarios mayores de 65 años, lo que supone el ingreso
en ese grupo de 183.401 nuevos miembros, un 60% más del cómputo actual.
En conjunto, la población mayor de 50 años se duplicará (98,7% más)
respecto a la existente ahora.
Si repartiéramos el territorio de forma proporcional a la población
actual, las cinco islas no capitalinas (Lanzarote, Fuerteventura, La
Palma, La Gomera y El Hierro) y el municipio de Telde, el cuarto más
poblado del Archipiélago, estarían habitadas sólo por integrantes de la
tercera edad a la vuelta de 15 años. Al resto de la población prevista
para 2031 le bastará con el espacio disponible en el resto de Gran
Canaria y en Tenerife. La comparación no es gratuita, porque la
tendencia que se señala en el estudio advierte del creciente trasvase de
población a las grandes ciudades y el abandono por envejecimiento de
las zonas rurales y de los núcleos más pequeños, además de un éxodo sin
precedentes de la población más joven.
Si los mayores de 50 años se duplican, por debajo de esa frontera de los
50 la pérdida es del 34%. La columna que soporta el peso del futuro
pierde un tercio de su masa. Para esas mismas fechas, Canarias perderá
77.486 menores de 18 años, el 20,2% de la base de la pirámide actual. Si
nada cambia, el saldo vegetativo será negativo a partir del próximo año
en Canarias; morirán más personas de las que nacen, y esa diferencia no
parará de crecer en los próximos 15 años. La otra gran fuga de
población se agrupa en la franja de los 26 a los 50 años, de la que se
caen 151.786 personas, el 32% del recuento actual en la bolsa de la edad
más productiva, donde la emigración se impone como alternativa, y la
inmigración como necesidad. Todo un dilema para el nacionalismo local.