Cuando Antonio Medina Cabrera (1959, Las Palmas de Gran Canaria) llegó a Fuerteventura en 2012, apenas cuatro o cinco personas buscaban un lugar donde dormir cada noche bajo las estrellas en las calles de Puerto del Rosario. Hoy, cuenta unas quince que, como él, se guarecen «donde vemos un hueco, ahí nos metemos, siempre distinto al día anterior».
Cáritas intentó ayer llamar la atención sobre Antonio y el resto de personas sin hogar que, en muchos casos, son invisibles a los ojos de la gente. Este año, la organización no gubernamental (ong) ha atendido a 121 personas en esta situación, de las cuales 85 han asistido al centro de integración social. De esta cifra, veinte ya no acuden al servicio porque consiguieron un trabajo, «aunque la mayoría con contratos temporales», matiza Auxiliadora Barreto, coordinadora.