Juan G. Luján
El electorado canario castigó el juego de las tres sillas que durante casi tres décadas autonómicas han protagonizado Coalición Canaria, PSOE y PP, con el bastón de mando siempre para CC. Fue un castigo que no se puede ver porque las cartas están marcadas por un sistema electoral que premia de forma extrema a los territorios sobre las personas, el partido inventado por Casimiro Curbelo logra 3 diputados con 5.089 votos y casi 54.000 electores que votaron a Ciudadanos no tienen ninguna representación.
Un sistema electoral que vuelve a dar más diputados a la tercera fuerza política en votos. A Coalición Canaria le costó cada escaño 9.191 votos, a Podemos 18.179 y a Nueva Canarias 18.630. La plataforma Demócratas para el Cambio difundió ayer un gráfico donde planteaba que con un sistema electoral más proporcional Coalición Canaria y el PP hubieran obtenido cada uno 12 diputados, el PSOE tendría 13, Podemos 10 en lugar de 7, Nuevas Canarias tendría dos escaños más y hubieran entrado Ciudadanos y Unidos cada uno con 2 diputados.
Pero no nos engañemos, a nivel autonómico, con este sistema electoral o con uno más democrático, la mayor parte de la gente que fue a votar castigó al tripartito canario pero no los mandó a casita, porque CC, PSOE y CC suman el 54% del electorado, así que el cambio deberá esperar. Pero, como diría José María García, ojo al dato, en dos legislaturas, el tripartito ha pasado de representar el 82,38% de los votos al 54%. Aunque en el terreno de la propaganda en el que se mueve el poder político en Canarias esto son minucias. En el fútbol lo importante son los goles y en el juego electoral lo que vale es el número de escaños.
El resultado en Gran Canaria tiene a Australia Navarro hundida diciendo “yo ya no soy tú y nadie quiere ser yo”. El PP ha pagado caro sus políticas económicas centradas en salvar a la banca y a los delincuentes fiscales. En la lectura isleña la decisión de apartar a Bravo del cabildo, de volver a poner a la muy sospechosa Carmen Castellano en Telde y el papel de Soria como ministro malo con Canarias ha dejado al PP casi sin poder en Gran Canaria, con Juan José Cardona pellizcándose porque se cree que no sacar los 16 concejales que nos apostó a cientos de personas es una pesadilla. En Lanzarote el PP se convierte en la cuarta fuerza política, con menos votos que Podemos y en Maxorata casi empatan en porcentaje de votos. Que el PIL se la sexta fuerza política y entren en las instituciones fuerzas como Podemos y Somos Lanzarote puede contribuir a regenerar la podrida vida política conejera.
Los ciudadanos y ciudadanas dieron un mensaje claro, empujaron al tripartito eterno hacia el abismo y premiaron los mensajes de Nueva Canarias y Podemos, aunque en Gran Canaria también han dado un recado a Nueva Canarias cuando Antonio Morales recibe 30.000 votos más que Román Rodríguez. Se trata de que los dirigentes entiendan que el cambio no es quitarse la corbata, colgarse una mochila o renegar de la gestión de tus compañeros de partido. Canarias no quiere ser Lampedusa, no se trata de asumir el gatopardismo político, que toda cambie para que todo siga igual. Pueden hacer dos cosas, entender el mensaje y cambiar las políticas, o seguir igual y esperar al batacazo definitivo en 2019.