Gaumet Florido
Pino Santana se desvive por su hijo. Le ha dedicado en cuerpo y alma
los últimos 13 años de su vida. Aarón tiene parálisis cerebral y
necesita de cuidados y de una atención permanente las 24 horas del día.
Pero Pino trabaja y está sola, por eso lucha para que su hijo ingrese en
una residencia.
Aarón, de 13 años, permanece ajeno a la conversación. Sentado en su
silla de ruedas, sacude sin parar un juego de llaves para bebés. Detrás
suyo, imponente, presidiendo el salón, un cuadro con cuatro fotos de
estudio del niño por su primera comunión. Su madre, Pino, tiene un ojo
en los papeles oficiales que le dan la razón y otro en Aarón. Siempre un
ojo en Aarón. Así se pasa las 24 horas del día. Su niño sufre crisis
epilépticas periódicas que la obligan a estar muy atenta.
Ahora está de baja. Lleva un mes en casa. Aarón sufrió un brote a
mediados de febrero y los médicos le recetaron un mes de reposo. ¿La
consecuencia? Pino, que es conductora de ambulancias, se tuvo que pedir
la baja. El plazo se cumple este viernes y si Aarón pasa la revisión
médica, el lunes podrá reincorporarse a la residencia de Siete Palmas,
en la capital, en donde se queda de lunes a viernes. Gracias a eso Pino
puede trabajar. Pero su problema llega cuando empiezan las vacaciones.
Ni ella puede atender al niño ni tiene con quién dejarlo.
«Su padre renunció a él». «Mis padres son mayores, mis
hermanos trabajan y el padre del niño sostuvo incluso ante una jueza
que no podía ocuparse de Aarón porque tiene otra familia, hace dos años
que no lo ve, así que no me puedo repartir con nadie», explica Pino, que
lleva meses reclamando el ingreso de su hijo en un centro, público o
privado, especializado. «Cuando llega el verano me veo obligada a
gastarme un dineral para dejarlo en San Juan de Dios, así lo hice en
2014, y me costó casi 3.000 euros».
Pino no puede más. Su economía es limitada y no quiere descuidar a su
hijo ni dejarlo desatendido, pero necesita de ayuda. No quiere dinero,
quiere apoyo logístico. Cuenta con un informe pericial médico forense
donde se especifica la «procedencia del internamiento» de Aarón en un
centro especializado. Pero Pino se ha cansado de tocar en las puertas de
Menores, del Gobierno canario y del Cabildo y «no han hecho otra cosa
que pasarse la pelota unos a otros». Recurre a los medios porque no le
queda otra. «Estoy desesperada».