F. J. CHAVANEL
Algunos olvidos sorianos. Por ejemplo: Aznar, cuando llegó a la presidencia del Gobierno central se manejó de entrada totalmente en contra del modelo mixto canario (el Ejecutivo tiene la titularidad del canal, mientras que la gestión es cosa de operadores privados). El ministro Arias Salgado acudió a los tribunales con el argumento de que Canarias conculcaba el espíritu de la ley que sobre las televisiones autonómicas se aprobó en 1994 por el gobierno de Felipe González. En 1998 el Tribunal Supremo le dio la razón al PP. ¿Qué hicieron los conservadores en Canarias? ¿Aplicar la ley y basándose en ella retrasar el nacimiento de la TVA, cargándose su estructura mixta?... Pues no. Hicieron justamente lo contrario. Como de aquellas Aznar necesitaba los votos de CC en el Parlamento nacional, y cómo el PP ya gobernaba con CC en las Islas, enseguida se concentraron en pasar por alto su reivindicación, otorgando su placet, con la más amplia de las sonrisas, para que Canarias constituyese su televisión ilegal. Eso se llama coherencia.
Soria puede argüir que él por entonces sólo era el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, que el presidente del partido a nivel regional era José Miguel Bravo de Laguna… Vamos, como si él no nos hubiese dado abundantes datos sobre profundos tragamientos de sables cada vez que el partido, o las conveniencias suyas, lo han exigido. Ejemplo número 2: llega a la Alcaldía y se compromete en devolver Emalsa a una plena titularidad pública –era la época en la que Mauricio y él se peleaban por saber quién era más macho-. En 2001 se le presenta la oportunidad. Una sentencia del Supremo abre la puerta a una expulsión de los socios privados. Reacción soriana: mirar para otro lado, hacerse el loco, y comprometerse con Mauricio, ya amigo, a mantener el status de la compañía.
El PP, a finales de los noventa, todavía hizo algo más: ratificar en el Parlamento con sus votos el nuevo modelo televisivo. Con orgullo, seguridad, con la firmeza exigible cuando uno se la envaina. Esto es algo que Soria y Moreno deben recordar antes de que vuelvan a caer con estrépito en el desafuero. La televisión autonómica vio sus primeros días tal como la conocemos, gracias al grupo conservador esencialmente.
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