Francisca Luengo, viceconsejera de Industria del Gobierno de Canarias, visitó hace unos días el Centro Comercial 7 Palmas en la capital grancanaria. No es que fuera de compras aprovechando las tradicionales rebajas veraniegas, fue para hacerse una carísima foto, a costa de todos los contribuyentes, con los directivos de una empresa que ha sido beneficiada con una subvención para poner en marcha medidas, en sus instalaciones privadas, acordes con la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética en Canarias. No consta que la señora haya llegado en un coche eléctrico de su propiedad, de los que subvencionaba el exministro Miguel Sebastián, para no contaminar y sin chofer oficial, para ahorrar gastos en personal.
Como se dice popularmente, el asunto es de «traca». Para que una empresa privada ahorre mucho dinero en su factura eléctrica, ha de ser el Gobierno de Canarias quien le otorgue una subvención para que nos haga el favor de economizar. Es evidente que no se trata de una cuestión de racionalidad económica, sino que es simple y pura propaganda política, heredada por ese partido desmemoriado que apoyaba las estrafalarias y pintorescas ideas de un presidente que ya ni se atreven a mencionar y que su paso por la política y por ese partido recuerda el título de aquella película: «El hombre que nunca existió».
En el mismo sentido de presunto ahorro energético y lucha contra el cambio del clima climático, fue la propuesta socialista del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de colocar molinillos en el mástil de la bandera de la Fuente Luminosa y en las azoteas de los edificios públicos, o en los privados que quisieran cobrar una subvención por hacerles el juego y salir en las fotos, presupuestarias, ¡faltaría menos! Por ahora, salvo error o información en contrario, el único ahorro ha sido no pintarlos de colorines y ponerlos a girar como si fueran unos móviles de César Manrique, aunque se hayan gastado una sustanciosa cantidad en proyectos de ingeniería, instalaciones y en la adquisición de esos chismes que más parecen esculturas abstractas de serie, vendidas en algún chino de todo a cien, cien mil si la compra la hace una institución pública, que sería bueno conocer sin tener que esperar años a que lo cuente la Audiencia de Cuentas.
Pero esas cosas, chocolate para uno o varios loros como dicen a modo de disculpa los que se sienten aludidos, es una decisión gubernamental que toma sus decisiones en secreto y por unanimidad. Por eso la responsabilidad es del Gobierno, aunque el origen de esa liberalidad pudiera haber estado en una ocurrencia de la viceconsejera de Industria, sin que nadie sea capaz de chistarle públicamente por aquello de la estabilidad del pesebre, perdón, del pacto quería decir. Se deja para los lectores bucear en el Boletín Oficial de Canarias para descubrir cuántos millones de euros se van en subvenciones de esta o similar naturaleza.
La falta de ejemplaridad y espíritu de sacrificio de la clase política ha traspasado todas las líneas rojas y ha generado un rechazo global a todos los partidos, sin excepción aunque a unos más que a otros, que ahonda aún más la fractura entre la sociedad y la casta que gobierna.
http://www.abc.es/20120805/local-canarias/abci-jffbelda-201208060025.html